Lo que hago y lo que digo es por tu bien

Las frases “lo hago por tu bien“ y “te lo digo por tu bien“, las hemos escuchado muchas veces, sobre todo en nuestras etapas de niñez y adolescencia, en el primer caso cuando sin tomarnos en cuenta deciden por nosotros y en el segundo cuando nos sancionan y nos llaman la atención duramente por una conducta que es considerada incorrecta por nuestros padres, maestros, hermanos mayores, entrenadores…etcétera. Generalmente estas frases nos caen como baldes de agua fría, por estar pasando por momentos difíciles de aprendizaje, cuando ya no podemos regresar el tiempo y tenemos que asumir las consecuencias de lo que dijimos o hicimos, es probable que en algunas circunstancias estén justiciadas, pero sin duda cuando las escuchamos constantemente van fracturando nuestra estima creándonos una gran inseguridad, que si no superamos nos afecta en nuestra edad adulta.

Adulta mayor con mujer joven mirándose de frente y sonriendose
Tratemos a los demás como queremos nosotros ser tratados.
El resultado de escuchar estas frases constantemente se registra en nosotros de tal forma que nos crea pensamientos e ideas equivocadas como: No eres capaz de tomar decisiones, dices tonterías sin fundamento, no eres suficientemente bueno en lo que haces…etcétera, en fin confirmamos, que lo mejor que podemos hacer es buscar las respuestas que necesitamos en las personas que “saben” porque ellos “si” van a hacer o nos van a decir las cosas por nuestro bien.

El pensar que en el exterior están las “buenas” decisiones nos dificulta sin duda nuestra comunicación y confianza interna.

A lo largo de mi vida he sido testigo de muchas injusticias que se han cometido en nombre del “amor” frente a personas que dicen: “Lo hice por su bien”, aunque hieran a quien le profesan amor, porque están convencidos de haber actuado correctamente.

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En la mayoría de los casos las personas que utilizan estas frases para dirigirse a otros tienen cierto dominio o poder frente a estos, por lo que no cuidan sus modales para hacerse escuchar, lo que provoca que los agredidos se cierren a escuchar y bloqueen su entendimiento.

¿Cuantos dolores de cabeza se evitarían si habláramos en el momento adecuado y de la forma adecuada con las personas a la que pretendemos “ayudar”?. Tal vez de esa manera voluntariamente querrían estar con nosotros y no pensarían en huir en la primera oportunidad, lo más triste es que de no comprenderlo nos cegados por la decepción y después expresamos cosas como: ¡Qué malagradecido y yo que le di todo!, ¿No entiendo porque no quiere estar conmigo?, ¿Si yo le he dado confianza, porque no me dice lo que le pasa? … etcétera.

Algo que he aprendido después de muchos tropiezos en mi camino y es que mientras no cuidemos nuestras palabras cuando nos dirijamos a los demás, ni seamos empáticos, no vamos a ser útiles para nadie, como consecuencia no nos van a tomar en cuenta: “Aunque lo que digamos o lo que hagamos sea con amor y buscando su bien”, muy al contrario a la larga vamos perder su afecto y confianza, lo que desgraciadamente en muchos casos no va a tener vuelta atrás.

Lo peor es que vamos a ser personas a las que mencionen como parte de sus traumas y frustraciones, sé que esto es difícil de entender, sobre todo porque muchas veces y de buena fe quisiéramos evitarles a las personas que amamos que caigan en los errores por los que ya hemos atravesamos o que sufran, pero es importante darnos cuenta que cada persona tiene que vivir sus propias experiencias y que solo podemos opinar o sugerir acerca de la vida de los demás en los momentos adecuados y mejor aun cuando seamos requeridos, sobre todo cuando hablamos con otro adulto “no podemos imponernos” , una regla que no falla es: Seamos respetuosos y seremos respetados.

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Una de las bases para comprender de lo que hablo es cuestionarnos las siguientes preguntas y contestarlas con honestidad.

  • ¿Tú te sentirías bien junto a alguien por el que te sientes juzgado y criticado todo el tiempo?
  • ¿Le pedirías su opinión en aspectos importantes de tu vida a alguien que no te escucha y siempre trata de imponer lo que quiere y piensa?
  • ¿A pesar de saber que alguien te ama, lo o la tomarías en cuenta para compartir momentos importantes para ti, sí pensaras que puede cometer indiscreciones acerca de tu vida?

En tus respuestas está la clave para demostrar tu amor de una forma sana y para tener relaciones de verdadera alianza y armonía con los demás.

La realidad innegable es que también las frases que antes mencione son utilizadas por personas con malas intenciones y que tienen como propósito humillarnos y limitarnos para crecer, en otras palabras las personas que pretenden mantenernos controlados y sobajados que afirman: “Todo lo que hago es por tu bien y lo que te digo es para que seas más fuerte“, cuando la verdad es opuesta.

Son personas que nos dominan, que más que inspirarnos confianza nos provocan todo el tiempo incertidumbre en sus reacciones y que nos alteran de tal forma que nos volvemos torpes, olvidadizos y distraídos frente a ellos, que más aún en su juego de manipulación cuando nos ven en el piso nos dicen “Yo te digo las cosas de esta manera, porque me importas, sino no te diría nada“, “Mejor que yo te lo diga, a que lo hagan otros de la peor manera”, ”Cuenta conmigo para ayudarte, te quiero mucho

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Creo desde el fondo de mi corazón que a pesar de nuestra necesidad afectiva o económica es indispensable para sentirnos bien alejarnos de personas que frenan nuestro crecimiento y quebrantan nuestra estima, no importan los años que hayamos invertido en esta convivencia, lo importante es trabajar en nuestro interior y enfrentar nuestra vida con la responsabilidad de darnos un mejor y nuevo inicio.

Pensemos antes de hablar y también hagámoslo antes de actuar, principalmente cuando se trate de demostrar nuestros sentimientos de amor, porque tal vez estemos en el camino equivocado para lograr en el otro un verdadero afecto y agradecimiento futuro.

Tratemos a los demás como queremos nosotros ser tratados.

Imagen cortesía de victoreus



Escrito por

La mujer que escribe desde el corazòn


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