El crudo testimonio del terror social Gomorra

Precedida de una gran expectativa por el impacto que la obra literaria levantó en Europa, Gomorra, la adaptación de la novela homónima del periodista Roberto Saviano, es un inquietante y relevante manifiesto del crimen organizado y sus redes corruptas.

Dirigida por Matteo Garrone, el filme reconstruye, con estilo áspero pero penetrante, los cinco relatos principales del libro que siguen las actividades de diversos personajes que se entrecruzan a través de historias paralelas. Son historias que retratan a personajes de carne y hueso, relacionados con la temible y cruel mafia napolitana, conocida como la Camorra.

Lo primero que impresiona, como en su fuente original, es la visión realista, certeramente objetiva, que se asemeja a un documental, con actores amateurs sacados de la calle, en su gran mayoría debutantes en el cine.

No hay complacencias ni espacio para las miradas banales o las concesiones gratuitas, pero al mismo tiempo, rehúye los excesos visuales. No hay escenas explícitas de crímenes de sangre. Su fuerza deriva del retrato objetivo de la realidad, con la crudeza del certero testimonio del terror de la descomposición social.

No se trata de otra cinta de gangsters. No hay glamour ni nostalgia por el oropel con el que Hollywood ha rodeado al género. El que busque la acción habitual de las películas policiacas se sentirá defraudado. Los asesinatos y las venganzas no son observados desde la óptica del espectáculo visual ni de la fascinación por el poder.

La película está mucho más cerca del testimonio social y de la denuncia política, y en ese sentido se aproxima a las glorias del neorrealismo italiano.

Esa es precisamente la razón por la que la Camorra reaccionó con tanta virulencia y odio con la aparición de la novela, sobre todo cuando se convirtió en best seller en diversos países. ¿Qué fue lo que les irritó? La manera cómo se desnuda, con impecable rigor, sin retoques ni maquillajes, el modus operandi de la mafia, con toda su red de extorsión, fraudes, asesinatos a sangre fría, para pervertir la cotidianidad del entorno y transformarlo en un clima sofocante que deteriora el nivel de vida de los habitantes.

El relato emprende una disección de las esferas de negocio de los grupos mafiosos, con presencia no sólo en el contrabando de drogas y en la prostitución, sino en el manejo de la basura o la industria textil.

La trama laberíntica describe un estilo de vida que se convierte en una tragedia social.

Por ello, estamos frente a un filme de épica singular que exige un público inteligente y reflexivo, para adentrarse en esta estrepitosa crónica que es capaz de estremecernos porque aunque las circunstancias de cada realidad sean diferentes, es posible establecer una identificación con los dramas individuales para enfrentar las condiciones de violencia.

Eso sí, está lejos de la monotonía. Por algo fue un gran éxito de taquilla en no pocos países de Europa, particularmente en Italia, que así celebra una obra de gran calidad, raro en estos últimos años dentro de su otrora insigne cinematografía.

La película fue recompensada con un sinnúmero de premios, entre ellos el de mejor película europea, otorgado por la Academia de Cine de ese continente; el premio al mejor filme italiano, y el Gran Premio del Jurado de Cannes, que equivale al segundo lugar en el más importante festival del orbe, además que fue nominada como mejor producción extranjera en los más recientes Globos de Oro.