La lección de la amistad

¿Eres de las que colecciona amigos en face? Si es así, ¿a cuántos de estos conoces de verdad? Por conocer me refiero a con quien realmente tienes un trato personal, lloras, dices lo que piensas, sientes y quieres, ríes a carcajadas, compartes tus secretos, apoyas incondicionalmente y aceptas como es. ¿O sólo coleccionas amigos, cual cosas, pero no sabes nada de ellos? ¿Quién de la lista te ayudaría realmente en un apuro? ¿Será cierto que los amigos se cuentan con los dedos de la mano?

¿En tu caso, qué tipo de amigo eres?
¿En tu caso, qué tipo de amigo eres?
La amistad como todo, es un proceso. Y como todo proceso requiere tiempo y disposición. Así como esfuerzo para entablarla y trabajo para mantenerla. Un elemento indispensable es permitirnos ser vulnerables, y de manera paulatina, en tiempo y forma, ir mostrando al otro, parte de nosotros mismos. Aprender a revelar como somos es como nos abrimos al amor y a la intimidad en nuestras relaciones. Es así como aprendemos a confiar en la gente apropiada.

Sabemos con quien ser abiertos y confiados y con quien no.

Asimismo es cierto, que los amigos muchas veces están de paso. Nos los encontramos en el mismo camino que llevamos nosotros. Nos acompañan en ese momento de nuestra vida. Compartimos intereses en común. Luego, simplemente, toman otra ruta. También hay quienes están con nosotros en la adversidad. Son ellos los que muchas veces nos ayudan a levantarnos, Son ellos, los que generalmente, escuchan nuestras “sandeces”· una y otra vez.

Nos sonríen. Nos escuchan sin juzgarnos. Y simplemente nos pueden decir: ¿tú qué quieres? Casi siempre nos enseñan a hacernos responsables de nosotros mismos. Y siempre nos aman tal y como somos. “Sin amigos –dice Aristóteles (384-322 a. C) —nadie escogería vivir aunque tuviera todos los demás bienes” (1)

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Aristóteles asegura que hay tres tipos de amistad. La primera se basa en el placer de la mutua compañía (el filósofo la llamó “amistades de placer”). La segunda consiste en la utilidad de la asociación o “amistades de utilidad”. La tercera se basa en la admiración recíproca (“amistades de virtud”). En este tipo de amistades el amigo no es amado en si mismo sino “necesitado” por la utilidad o placer que ofrece, según el caso. Es una “amistad” basada en el egoísmo, pues en cuanto el otro deja de ser “útil” o “placentero” le damos la espalda. Para Aristóteles la amistad perfecta está basada en la bondad, pues ambos amigos se desean mutuo bienestar. Este bienestar es genuino, exento de resultados ajenos al bien mismo. “Yo deseo que a X le vaya bien en su vida aunque yo no esté de acuerdo con lo que hace o elije. Aunque no piense como yo…

En tanto Ciceron (107-43 a C.) vive la amistad como “una identidad que se fortalece mediante la buena voluntad y el entendimiento mutuo” (2). Con base en la bondad de carácter, cualidad con la que se sostiene la amistad, nace todo deseo de bien para el otro y con ello armonía, permanencia y fidelidad. Uno de los principales oficios de esa relación se ejerce por vía del afecto. Sólo esta clase de amistad, asegura el filósofo romano, realza las alegrías de la prosperidad y mitiga las penas de la adversidad mediante una participación de ambas partes.

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Saber ser amigo y ser amigo es una parte muy importante de nuestra vida. Empezamos a practicar esta lección a muy temprana edad, generalmente en el kínder garden. La adolescencia es quizá la etapa de la vida donde más nos arriesgamos a no ser como somos por miedo al rechazo. Con el tiempo, podemos quedarnos en esta etapa. Nos cerrarnos. Murmuramos. Juzgamos.

Dejamos de hablar. Traicionamos. Hacemos lealtades…Con los años aprendemos que un amigo te ama y te acepta tal y como eres, te escucha sin juzgarte. Respeta tus decisiones. Te ayuda cuando lo necesitas, se va cuando es el momento, pero siempre, pase lo que pase, te abre los brazos, los oídos y el corazón.

¿En tu caso, qué tipo de amigo eres?

Referencias

  1. Bennet, J. William. “El libro de las virtudes” , España, ed. Vergara, 2012, pp. 306-307
  2. Idem p 308
Imagen cortesía de gpointstudio



Escrito por

Humanista y facilitadora en Desarrollo Humano

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