Alfonsina Storni

Nació en el mar un 29 de mayo de 1892, durante un viaje de placer que sus padres realizaron a Europa, según cuentan amigos cercanos a la familia de Alfonsina Storni, tercera hija de un matrimonio de emigrantes suizos radicados en la provincia de San Juan, Argentina. Sus documentos oficiales asientan su nacimiento en Sala Caprisca, Suiza, pero en 1896 los Storni regresaron a tierras argentinas, su patria definitiva.

Después de ser una familia con recursos desahogados, la suerte giro contraria y por razones económicas la familia se mudó de San Juan a Rosario. Cada vez la situación se hizo más difícil y desde pequeña Alfonsina trabajó para apoyar el gasto de la casa. A pesar de todo, estudió y se graduó de manera sobresaliente de maestra rural en la Escuela Normal Mixta de Coronda.

Alfonsina fue una mujer resuelta y combativa: siempre le gustó escribir, fue una poeta de una gran sensibilidad. Cerca de cumplir 20 años se mudó a Buenos Aires y se enfrentó a la difícil situación de ser madre soltera; en sus poemas dio voz a los sentimientos femeninos más profundos, plasmando en su obra la intensa lucha interior que libró a lo largo de su vida, entre una realidad que la asfixiaba y lo que ella consideraba que era el ideal de justicia y nobleza de la humanidad. Sus primeros trabajos se pueden catalogar dentro del movimiento modernista, de hecho participó en publicaciones donde colaboraban personajes de la talla de Amado Nervo o Leopoldo Lugones.

Su labor le dio un lugar sobresaliente en el mundo de las letras. Frecuentó los círculos literarios y dictó conferencias en Buenos Aires y Montevideo; colaboró en las revistas Caras y Caretas, Nosotros, Atlántida, La Nota y en el periódico La Nación. Compartió además la vida artística y cultural del Grupo Anaconda con Horacio Quiroga – a quien se le ligó sentimentalmente- y Enrique Amorín y obtuvo varios premios literarios. Ocre de 1925, fue considerada una obra maestra por la crítica especializada; su tema central es el sentimiento de fracaso ante el amor y la vida. A esta etapa pertenecen El mundo de siete pozas y Mascarilla y Trébol. Aquí se mostró más reflexiva; hay una inquietud, un profundo anhelo de renovación, la defensa de un orden más justo y menos ambiguo para la mujer, por lo que se le consideró una feminista.

A finales de los años veinte viajo a Europa y en 1932 participó de las reuniones del grupo Signos, donde asistían figuras importantes de la literatura como García Lorca y Gómez de la Serna.

Alfonsina, de conversación chispeante, a veces alegre, a veces aguda, a veces también sarcástica, ahora preocupada. Le detectaron cáncer. Se somete a una operación pero la enfermedad no cede. El suicidio de Horacio Quiroga en 1936, la tocó de manera significativa. Le dedico algunos versos que parecen premonitorios. La muerte iba a ser un tema recurrente. Todavía en enero de 1938 en Colonia, Uruguay acude a una reunión organizada por el Ministerio de Instrucción Pública: Gabriela Mistral, Juana de Ibarbouru y Alfonsina Storni, tres grandes de la poesía latinoamericana, comparten con el auditorio su forma y manera de crear.

Sí llegó por mar, también por mar se marchó. Con serios temores acerca de su estado de salud y acosada por el característico dolor del cáncer, se arrojó a las aguas del Mar del Plata la madrugada del 25 de octubre de 1938. Inspiró varios homenajes, pero tal vez el más conocido es la canción Alfonsina y el Mar:

…Sabe Dios que angustia te acompaño/ que dolores viejos callo tu voz para recostarte arrullada en el canto de las caracolas marinas/ la canción que canta en el fondo oscuro del mar la caracola

Te vas Alfonsina con tu soledad/ que poemas nuevos fuiste a buscar/ una voz antigua de viento y de sal/ te requiebra el alma y te esta llamando/ y te vas/ hacia allá como en sueños/ dormida Alfonsina vestida de mar…

Hombre pequeñito

Hombre pequeñito, hombre pequeñito,

Suelta a tu canario que quiere volar…

Yo soy el canario, hombre pequeñito,

Déjame saltar.

Estuve en tu jaula, hombre pequeñito,

Hombre pequeñito que jaula me das.

Digo pequeñito porque no me entiendes,

Ni me entenderás.

Tampoco te entiendo, pero mientras tanto

Ábreme la jaula que quiero escapar;

Hombre pequeñito, te amé media hora.

No me pidas más.

Alfonsina Storni