Codependencia

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Estar emocionalmente ligado a personas con otro tipo de adicciones

A manera de contexto, me parece interesante mencionar que el término codependencia fue utilizado inicialmente alrededor de los años setentas por las clínicas enfocadas a adicciones, para describir la relación que las esposas de los adictos establecían con ellos. Es hasta recientes fechas que el término codependencia, implica también estar emocionalmente ligado a personas con otro tipo de adicciones, compulsiones o, bien, problemáticas complejas pudiéndose observar, además, que la codependencia no es exclusiva de las mujeres como se creía con anterioridad.

Para adentrarnos en el tema, escogí la siguiente definición de codependencia porque me parece que abarca muchas de las características que varios autores mencionan sobre la misma: “Es un patrón en la forma de relacionarse con otras personas caracterizado por una concentración extrema en lo exterior, carencia de expresión abierta de los sentimientos y un intento por derivar un sentido de propósito a través de las relaciones.” (Spann y Fisher, 1990).
Es decir, la codependencia es llegar a un extremo, “perderse en el otro”, vivir aparentemente para y por alguien más, descuidando cada vez más la propia vida, sueños, anhelos, metas y, por ende, acumular cada vez más “enojo culposo” hacia la persona que se está cuidando.

Comenzamos así a preguntarnos sobre esta relación de “cuidado”, ya que, en una relación codependiente, si bien existe la fantasía de que “si esa persona con problemas se curara mi vida se solucionaría”, en la mayoría de las personas que sufren los síntomas de codependencia, encontramos implícita la resistencia a que el “dependiente” o el “enfermo” que se está cuidando, se cure de una vez por todas y deje de depender del cuidador. Pero si esto pasa, yo como codependiente debo enfrentarme con una terrorífica interrogante: y ahora … ¿Qué hago con mi vida?

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Estudios recientes muestran que las personas que son codependientes, por lo general, se criaron en un ambiente familiar que les hizo sentirse asustados, ya sea por pleitos entre los padres o cuidadores, una inestabilidad económica generada por un constante cambio o pérdida de empleos, entre otros motivos. Asimismo, también puede influir el haber sido ignorado, viviendo constantemente con un profundo sentimiento de rechazo y, por ende, con muy poca confianza en poder expresar sentimientos o problemáticas y pedir ayuda. Otras situaciones familiares que predisponen la codependencia son: padres impredecibles y desapegados, que intimidan o dominan, sobreprotección y/o deshonestidad constante, etc.

Así, el niño, hasta su vida adulta, va reforzando un hábito de ver hacia fuera, a manera de protegerse y tratar de leer al adulto buscando su aprobación. Olvidando sus propios deseos es cada vez más difícil verse, validarse y ocuparse de sí mismo, ya que encuentran (aparentemente) la aprobación que anhelan sólo al saberse útiles.

Alarma de codependencia

Tal vez te sientes constantemente molesto y te preguntas ¿por qué he caído otra vez con este tipo de persona? o bien, ¿por qué constantemente me siento utilizado, que abusan de mi confianza o incapaz de negarme a ayudar? Ó “Siempre me encuentro ayudando sin que me lo pidan”… ¿Por qué no puedo decir que no? Probablemente mucha de tu atención y energía se encuentren focalizados hacia afuera y depositada en otros, involucrándote en conflictos o problemáticas ajenas que te dan la ilusión de ser indispensable para alguien, sintiéndote así útil y amado.

Tal vez pensarás: “Pero si yo no vengo de una familia de alcohólicos ni de drogadictos ni de golpeadores o tan disfuncional ¿Por qué siempre termino en relaciones destructivas de las que no puedo salir?” Primero que nada es importante considerar que no hay ni hubo familias perfectas. Muchas veces olvidamos eventos dolorosos o cruciales que ocurrieron durante nuestro desarrollo con el fin de poder funcionar en el día a día. Uno de los beneficios que he encontrado en la terapia psicoanalítica es precisamente recordar, reinterpretar y entender, ya como un adulto y con más recursos y fortaleza, aquellas situaciones dolorosas o actitudes que pueden haberme lastimado o moldeado y que ahora me lleven a buscar cierto patrón de personas o circunstancias con actitudes destructivas más allá de un entendimiento consciente.

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Si te identificaste con estas señales de alarma, tal vez es momento de pensar y analizar esta situación. Comienza por recordar que la primera persona que necesita de tu amor y cuidado eres tú misma. Date unos minutos al día para retomar tu plan de vida, aquellas cosas que has dejado pendientes y que te darían una enorme satisfacción si las realizas. El “atendernos” y enfocarnos a nuestra propia vida es un ejercicio que vale la pena realizar y recuerda que hay profesionales de la salud que podemos apoyarte en este interesante proceso.


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Redacción, Plenilunia Sociedad Civil Fundada en el año de 2004, Plenilunia es una Sociedad Civil cuyo objetivo es fomentar el bienestar y la salud integral de la mujer.

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