diciembre 22, 2024

Profundizando en el origen de la violencia contra la mujer

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Jorge Piña Quevedo
Jorge Piña Quevedo

Tal vez te resulte difícil aceptar que en el interior de tu mente existen experiencias psíquicas de situaciones en las que no has estado presente y pueda también parecerte imposible imaginar siquiera que en lo más profundo de ella vivan, en estado latente, memorias y huellas emocionales
de eventos que tuvieron lugar hace miles de años, así como las formas en las que los seres humanos han respondido a dichos sucesos de manera espontánea las primeras veces pero que con el paso del tiempo se han convertido en patrones de percibir, interpretar, sentir y responder ante sucesos similares. En otras palabras, así se crearon los instintos.

El péndulo se seguirá moviendo en ambas direcciones.

[/media-credit] El péndulo se seguirá moviendo en ambas direcciones.

¿Qué o quién es responsable de las formas iniciales de responder antes de que los instintos existieran? Me parece que fueron la naturaleza y el ejemplo de las personas con mayor edad y experiencia que aprendieron a base de prueba y error.

Conviene recordar que cuando somos niños absorbemos como esponjas todo lo que sucede alrededor y sin tener una clara consciencia de ello, incorporamos a nuestras actitudes lo que hemos aprendido más por el ejemplo que por lo que nos dicen, lo que reafirma la idea de que la comunicación no depende del lenguaje hablado.

Así las cosas, el cerebro se acostumbra a tomar el camino más conocido para enfrentar una determinada situación o experiencia emocional y en ocasiones ni siquiera se detiene para considerar las consecuencias de lo que hacemos o callamos, hacemos o abandonamos, etcétera, y cuando así sucede parece no haber tiempo para pensar y decidir, actuamos como el instinto nos dicta. El ego ante la presencia de aquél queda prácticamente inutilizado al ser invadido por una gran cantidad de energía psíquica a la que los seres humanos primitivos llamaban sufrir la posesión de un espíritu.

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Ahora bien, sería injusto no considerar la influencia de la personalidad propia de cada ser y es que dependiendo de ella tendrá mayor o menor predisposición para ser afectado por ciertos eventos, lo que quiere decir que todas las personas que compartan la predisposición, reaccionarán mayormente de la misma manera y los demás lo harán de formas diferentes.

Entonces, ¿se pueden cambiar los instintos?. La respuesta es no, pero su fuerza puede ser educada a través de la socialización exceptuando al instinto de vida que resiste cualquier intento o acción para disminuir su energía*.

¿Cómo se relacionan los instintos con el aumento de la violencia contra las mujeres?. Comenzaré por una definición que se acerca mucho a lo que quiero exponer y señala que la violencia es una: “Fuerza destructiva natural” [1].

Varios milenios atrás en la historia de la humanidad, para compensar la dominación de las sociedades “Bajo el dominio de la Gran Diosa” [2] que duró alrededor de 27 mil años y comenzó su declive en el año 4,000 A. C. [3] surgió un movimiento impulsado por la agricultura que culminó con la aparición, desarrollo e instalación del patriarcado.

La consecuencia fue que paulatinamente fue desapareciendo el culto y el poder de lo femenino y toda la información concerniente a las formas de percibir, pensar y actuar correspondientes a ese nuevo movimiento se fueron instalando en la mente de los hombres y las mujeres. Los hombres
empoderándose y relegando a las mujeres a la vez que le quitaban la mayor parte de sus derechos, su participación en la economía y su influencia en la sociedad. Los roles cambiaron drásticamente y desde entonces las mujeres han sido violentadas por los hombres, representantes terrenales del patriarcado. Creo que muy pocos se dieron cuenta de que al absorber las energías provenientes del patriarcado, también violentaron a su “mujer interna”.

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Se creó así en la mente colectiva de las sociedades una especie de “Ser Masculino” que al instante siguiente en que el péndulo de la vida tocó su altura máxima en el sentido del poder masculino, comenzó el camino de retorno y como consecuencia del descenso la correspondiente reaparición de las ancestrales energías femeninas. Ese “Ser Masculino” está siendo seriamente amenazado por el regreso inevitable de lo femenino, del “Ser femenino”. Hay muchas evidencias de ello.

Las mujeres y lo femenino reclaman no solamente la igualdad y tal vez sí o tal vez no, están conscientes de que el objetivo final de la naturaleza es que vuelvan a ser la fuerza predominante de la humanidad hasta que el péndulo cambie de sentido después de alcanzar lo más alto impulsado por toda la energía que ha estado viva pero que ha permanecido reprimida en el fondo de sus almas.

Abandonando el mundo de las ideas y bajando a la tierra, diré que desde la instalación del patriarcado como organización social se educó a los hombres para que abandonaran o suprimieran los sentimientos, actitudes, formas de percibir y de actuar que correspondían a lo femenino y al matriarcado. A las mujeres se les enseñó a soportar y a callar pero también a suprimir la esencia de su ser. Las energías de lo femenino estuvieron lejos de la consciencia por algunos miles de años pero dejar de ver algo no significa que haya dejado de existir.

La violencia actual es contra las mujeres y ya no contra lo femenino que ha regresado a ocupar un lugar que le perteneció en el pasado. Muchos hombres no soportan los sentimientos de ternura y compasión, la forma femenina de alimentar las relaciones y la comunicación que son características esenciales de las mujeres. Si un hombre no tiene la capacidad de aceptar y relacionarse con sus propias energías femeninas se siente amenazado y tratará de destruirlas atacándolas con violencia.

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Siendo las mujeres la pantalla en donde proyectan esa amenaza, de manera muy desafortunada las atacan creyendo que así desaparecerá su miedo a ser dominados como ya lo fueron y aunque no lo recuerden conscientemente, esa información existe en sus mentes a pesar de no estar presentes cuando todo se inició.

Creo firmemente que los hombres que violentan a las mujeres golpeándolas, abusando física y emocionalmente de ellas, faltándoles el respeto, devaluándolas y sin valorar que ellas son las únicas en las que reside la capacidad de concebir una nueva vida entre otras muchas cosas, son los últimos guerreros del patriarcado.

Posiblemente surjan algunos más desde las profundidades de la mente colectiva y, aunque no lo desearía, puede que el final de la lucha sea más sangriento pero somos muchos más los que hemos aceptado, o estamos en el proceso de hacerlo, lo que es imposible detener. Esto es, que lo femenino en el interior del ser humano y las mujeres en las sociedades tomen de nuevo la dirección del péndulo que ahora se mueve hacia el polo de su poder, pues eso es lo que corresponde en el movimiento de la vida.

Si nos damos cuenta, hay una gran diferencia entre los años que duró el matriarcado y lo que durará el patriarcado. El péndulo se seguirá moviendo en ambas direcciones y las idas y vueltas serán cada vez más rápidas pero de algo podemos estar seguros, cuando se detenga y por más de un instante permanezca inmóvil en el punto más bajo de su viaje y pensemos que todo ha terminado, conviene recordar que el final es también el momento justo en el que nace algo nuevo[.]

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