Herta Müller, escritora rumano-alemana de 56 años de edad, se hizo acreedora al Premio Nobel de Literatura 2009, autora de una obra que “con la concentración de la poesía y la franqueza de la prosa, dibuja los paisajes de los desposeídos”, anunció Peter Englund, secretario permanente de la Academia Sueca que otorga el premio.
“Es una autora con un lenguaje fantástico, por una parte, y por otra con una capacidad de dar significado no sólo a lo que es vivir en una dictadura, sino también a lo que es vivir como parte de una minoría y lo que significa el exilio”, añadió.
Müller nació el 17 de agosto de 1953 en el pueblo germanófono de Nitzkydorfm, en Banat, Rumania, de padres pertenecientes a la minoría de habla alemana rumana.
Sólo cuatro de sus libros se han publicado en español: “En tierras bajas”, “El hombre es un gran faisán en el mundo”, “La piel del zorro” y “La bestia del corazón”, su novela más reciente, “El columpio del aliento”, que habla sobre la vida en los campos de concentración de Siberia, está seleccionada para el Premio Alemán del libro, cuyo fallo se da la segunda quincena de octubre.
Müller, quien sufrió la represión del dictador comunista Nicolás Ceausescu, en 1987 se exilió en Berlín, donde al llegar publicó su primera novela, “En tierras bajas”, que expresa con gran sentido del lenguaje y la belleza las vivencias del pueblo rumano durante ese periodo histórico que precisamente se derrumbó hace 20 años, con la caída del Muro de Berlín.
Ioana Ionescu, rumana residente en México que vivió esa experiencia, recuerda que en ese periodo fue tan miserable la vida, “si a eso le podíamos llamar vida, que mi familia para no morir de frío en invierno hacíamos fuego con una reliquia de muebles, herencia de nuestros ancestros, verdaderas obras maestras de madera tallada del siglo XVII”.
La Müller, dice la escritora Margo Glantz, para retratar esos episodios, “tiene una forma brutal y muy refinada al mismo tiempo”, no obstante que su estructura literaria es complicada, “de lenguaje fino, y cuya crítica y denuncia no son tan evidentes”, por eso no es una escritora comercial.
Una parte de esa represión que narra Herta Müller, al día de hoy toca de manera sensible a la mujer mexicana, cuando la Premio Nobel 2009 se refiere al interés de Nicolás Ceausescu por el acelerado crecimiento de la población al extender una ley que sólo permitía abortar a mujeres con más de cinco hijos o mayores de 45 años.
Ceausescu se hacía llamar “el padre de todos los niños”, frase que estaba en todos sus discursos cuando se refería a estos en ceremonias oficiales, recuerda Ioana, quien salió en 1986 becada para estudiar en México y nunca volvió a su país.
En su texto “La muerte, la cárcel o los niños”, de 1988, Müller relata que en esa obsesión “paterna”, para Ceausescu “la vida precaria es un requisito previo para tener una gran población de sujetos y no una pequeña nación de ciudadanos”.
Explica que la miseria y la pobreza es un instrumento al servicio de la opresión, de la cual el represor requiere de la ignorancia y analfabetismo funcional para lograr su objetivo con esa “gran población de sujetos”.
Müller también cuenta que a ella le sirvió la literatura del colombiano Gabriel García Márquez (Premio Nobel de Literatura 1982) para comprender la gravedad de la dictadura en Rumania, quizás a los mexicanos nos urge leer a Herta para comprender muchas cosas que nos están pasando.