La enfermedad de Chagas, también llamada tripanosomiasis americana –aunque actualmente es un problema sanitario mundial–, afecta varios órganos del cuerpo humano, principalmente el corazón, músculo esquelético y tubo digestivo, alertó Bertha Josefina Espinoza Gutiérrez, del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Es grave y debilitante, y en cierto porcentaje puede ser mortal. “Se calcula que entre 30% y 40% de las personas infectadas desarrollarán la enfermedad, para la cual no existe vacuna ni tratamientos suficientemente efectivos, por lo que se espera que un porcentaje de los infectados muera después de varios años”, nos subraya Bertha Josefina.
En las últimas décadas, además de América Latina se ha detectado esta afección cada vez más en Estados Unidos y Canadá, muchos países europeos y algunos del Pacífico Occidental.
En el Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm) de la UNAM y en el Instituto de Ciencias Físicas (ICF) de la UNAM desarrollaron un fármaco, derivado de otro comercial, para combatir la enfermedad de Chagas, con resultados efectivos en ensayos in vitro, mismo que ya está en proceso de patente.
Espinoza Gutiérrez y su equipo descubrieron que en 15 de 62 casos estudiados, la enfermedad –que sin tratamiento puede provocar alteraciones cardiacas y digestivas, y ser mortal– es “familiar”; es decir, otros miembros de la familia también son seropositivos (portadores del parásito Trypanosoma cruzi).
“Este resultado señala que un caso ‘índice’ puede tener a su alrededor otros, debido a que habitan en los mismos lugares, crecen en los mismos sitios y probablemente están en contacto con los vectores”.
“Nuestra primera línea de investigación consistió en desarrollar una prueba de diagnóstico sensible y específica para detectar anticuerpos contra el parásito”. Con sus antígenos, la investigadora estandarizó una prueba ELISA (acrónimo en inglés para enzimoinmunoanálisis de adsorción) y otra llamada Western Blot, comparables a las estándar que se usan en centros de referencia.
De ese modo, se realizan diagnósticos gratuitos y se reciben muestras de todo el país. “Están a disposición y los realizamos independientemente de las farmacéuticas”.
Gracias a ello, se pudo efectuar el estudio de “Chagas familiar” entre donadores de sangre del Centro Médico Nacional “La Raza“, quienes acudieron al IIBm a confirmar su diagnóstico. Se encontró que hay una correlación significativa con gente nacida en Veracruz, o cuya madre es de esa entidad. “Pensamos que las infecciones se dieron en el lugar que habitaba la familia en la niñez, en zonas endémicas para la enfermedad”.
Para combatirla se utilizan 2 fármacos desarrollados en los años 50: Benznidazol y Nifurtimox. Son los únicos con resultados efectivos hasta ahora, pero se aplican en dosis altas, por más de un mes, y muchas veces producen efectos secundarios para los pacientes, quienes abandonan el tratamiento. Además, su efectividad es alta sólo en la fase aguda.
Por ello, en la UNAM se desarrolló el fármaco A21, obtenido de otro comercial y modificado por Iván Ortega Blake y su equipo multidisciplinario del Instituto de Ciencias Físicas de la UNAM, que “en combinación con otro fármaco protege al 100% a ratones infectados”. Produce poros en las capas de lípidos presentes en el parásito, destruyéndolo. La patente ya fue solicitada, de modo que se puede avanzar a una fase de comercialización.
“Estudiamos, junto con investigadores del Instituto de Química, un mayor número de fármacos y tenemos más candidatos en el laboratorio; continuamos las investigaciones para pasar a modelos de ratón y seguir el procedimiento para obtener más fármacos efectivos contra T. cruzi”.
En otra colaboración de Espinoza Gutiérrez con el Instituto de Química de la UNAM, se pretende encapsular los fármacos con nanopartículas para favorecer su entrada en el parásito. Hasta ahora se ha introducido ADN “antisentido”, que puede inhibir genes en el parásito y dañarlo[.]