En el marco del Día Mundial de la Actividad Física, el Dr.
Alfredo Madrigal, especialista del laboratorio Biocodex México, destaca que además de ser bueno para el corazón, mantener el peso ideal, prevenir algunos tipos de cáncer, mejorar el estado de ánimo y potenciar la creatividad y capacidad de aprendizaje, ahora se sabe que el movimiento tiene otra contribución muy específica a la salud.
investigaciones recientes confirman que la actividad física también se correlaciona con su composición.
“Estudios recientes de la Universidad de Cork (Irlanda) y la Universidad de Illinois (Estados Unidos) señalan que la práctica regular de ejercicio propicia una mayor diversidad de la microbiota intestinal, lo que se traduce en mejoras en nuestro metabolismo y la capacidad de respuesta del sistema inmunológico, y menor riesgo de padecer obesidad o inflamación sistémica”, explica.
Actualmente, la inactividad física es uno de los principales factores de riesgo de mortalidad a nivel mundial. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1 de cada 4 adultos y 80% de los adolescentes no tienen un nivel suficiente de actividad física, lo que ha llevado a los estados miembros a implementar políticas que reduzcan el sedentarismo en 10% para 2025.
Entre los factores que desalientan a las personas a mantenerse activas se encuentran el miedo a la violencia y la delincuencia en espacios exteriores, el tráfico denso, la mala calidad del aire y la contaminación, y la falta de parques, aceras e instalaciones deportivas y recreativas.
No obstante, existen alternativas en el día a día para contrarrestar estas circunstancias, detalla el Dr. Madrigal: “Además del ejercicio, trabajar, jugar, viajar y hacer tareas domésticas también se consideran modalidades de actividad física, así como prácticamente cualquier otro movimiento realizado en tiempos de ocio o a la hora de trasladarse a la escuela o al trabajo. Moderada o intensa, la actividad física es beneficiosa para la salud”.
Finalmente nos explica que en complemento a la actividad física y una dieta variada, equilibrada y rica en fibra, y recomienda el consumo de probióticos. Presentes en productos lácteos y alimentos fortificados, pero también en comprimidos, cápsulas y sachets, estos microorganismos vivos —en especial, el de origen natural desarrollado a partir de la levadura Saccharomyces boulardii CNCM I-745— contribuyen al cuidado y fortalecimiento de la microbiota intestinal.
Con información proporcionada por laboratorio Biocodex México.