noviembre 25, 2024

¿Cómo fortalecer la conciencia y correcta formación de los hijos en estos nuevos tiempos «digitales»?

Plenilunia Salud Mujer
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Actualmente el mundo se encuentra «lleno» de información, los más pequeños en casa son los genios de la tecnología y saben dónde y cómo encontrar todo tipo de información. Eso puede jugar a favor o en contra de quienes aún son aventureros y por convicción y 100% seguros tienen hijos, pues su educación y formación se verá permeada por la era tecnología y sus conductas evolucionarán con ella, nos comenta Fernando Rosales Collignon experto en actitud y creador de SEA, Sistema Eficaz de la Actitud.

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Sin embargo el panorama no pinta igual para todos, a pesar del contacto constante con información, medios de comunicación y educación más abierta, hay un gran porcentaje de adultos y adolescentes que están causando una problemática social a México. De acuerdo a cifras proporcionadas por el Dr. Pablo Kuri, Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de la Secretaría de Salud al día mil niñas de 10 a 19 años se convierten en mamás en México. Circunstancias que trae como consecuente una ola más grande de problemas como la orfandad, situaciones precarias de vida a los más pequeños, delincuencia, etc. debido a la dificultad que los jóvenes presentan para educar, instruir, concientizar, sensibilizar y brindar un futuro digno a las nuevas generaciones de nuestro país.

La contra parte no se queda atrás, también existe ese pequeño segmento que incluso ha sufrido los estragos de la naturaleza y que por postergar el embarazo a una edad madura en la cual se sientan “listos para el gran paso” deben de luchar contra la infertilidad y otras barreras incluso anímicas en formar una nueva persona: 15% de las parejas en edad reproductiva tiene problemas de infertilidad, afirma Julio de la Jara Díaz, subdirector de Investigación en Reproducción Humana del Instituto Nacional de Perinatología (INPer). El traer individuos a este planeta es una responsabilidad muy grande y el ser un buen o mal padre no está dictados ni por posición social, intelectual, edad, sexo, ni procedencia (adopción), eso lo dicta el compromiso que se tiene con la familia conformada y con la sociedad de formar un individuo integro, seguro y libre.

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Los estilos parentales, según la Junta de Andalucia, se pueden clasificar en función de la interacción de 2 variables: el control y el afecto. De las cuales al combinarse de diferente manera dan como resultado diferentes dinámicas de interacción:

  • Estilo autoritario, individuos que ejercen mucho control y poco afecto; comunicación unidireccional, normas rígidas, no enseñan imponen, utilizan más castigos que refuerzos.
  • Estilo negligente, individuos que ejercen poco control y muestran poco afecto; se excluyen de su función educativa y no se implican en los asuntos de sus hijos.
  • Estilo democrático, individuos que ejerce mucho control y muestran mucho afecto; la comunicación es bidireccional, las decisiones que se toman están fundamentadas y tienen sentido, facilitan el desarrollo de la capacidad de autocontrol y motivación aumentando sus autoestima y responsabilidad a la vez.
  • Estilo permisivo, individuos que ejercen poco control y mucho afecto; las normas son flexibles y permisivas sin que haya una autoridad clara.

En estos variados estilos parentales se utilizan con mucha frecuencia dinámicas de premios y castigos, en algunos más estímulos positivos y en otros mayores correctivos severos. El uso de premios y castigos para motivar la conducta puede producir resultados inmediatos, nos explica Fernando Rosales Collignon experto en actitud y creador de SEA, Sistema Eficaz de la Actitud, pero no siempre son los resultados más deseables, siendo tres las consecuentes negativas que se pueden incentivar en mayor medida en casa:

  1. Debilitas su capacidad de toma de decisiones. Tomar buenas decisiones radica en la capacidad de analizar cada situación y evaluarla de acuerdo a nuestro marco de valores. Pero si a un niño continuamente se le hacen promesas o amenazas para que actúe, se le aleja de ese ejercicio de reflexión y se le enseña a poner sus ojos en el estímulo y no en el acto en sí. Entonces aprende a ser movido por su propio miedo (castigo) o ambición (premio), pero no por sus valores ni por lo que su conciencia le dice que es correcto.
  2. Le robas la oportunidad de saborear la satisfacción de sus actos. La satisfacción de ayudar a alguien, de mantener sus pertenencias en orden, de llegar a tiempo, de superar un reto, de cuidar su cuerpo o de cumplir con un proyecto es mucho más placentera que cualquier premio o recompensa. Pero cuando continuamente ofrecemos estímulos que impulsen las buenas conductas de nuestros hijos, estamos robando esa satisfacción y se la estamos cediendo a un placer ajeno a la acción y en muchos casos, menos valioso.
  3. Haces que su conducta poco a poco se vuelva apática. La iniciativa surge desde el interior, de saber que nuestros actos nos beneficiarán a nosotros mismos o a quienes nos rodean. Pero si el niño está habituado a moverse por estímulos externos, poco a poco se le está condicionando a NO actuar si no sabe que recibirá algo a cambio. Poco a poco comenzará a mostrar actitudes de apatía e indiferencia y cada vez será más difícil que nuestras promesas lo motiven a actuar.
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La misión principal de madre o padre es fortalecer la conciencia y formación de sus hijos de tal forma que muestren una actitud correcta desde su interior, por convicción y algo que se debe tener siempre presente es que los beneficios y enseñanzas que trae como consecuencia el estimular una actitud son mucho más profundos y satisfactorios que cualquier golosina, juguete o diversión que se le pudiera ofrecer a un niño; la cual siendo alimentada correctamente seguirá creciendo junto con él.

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