Durante el año 2021 fallecieron, en México, 7 mil 925 mujeres a consecuencia del cáncer de mama, de acuerdo a datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), y según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se estima que 1 de cada 12 mujeres en el mundo desarrollará este padecimiento a lo largo de su vida.
Una investigación publicada en la revista de la American Society of Clinical Oncology, consultada por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), advierte que este tipo de cáncer es el más común en las mujeres y alerta que su prevalencia es observable tanto en países desarrollados como en países menos desarrollados, fenómeno que también se ha podido asociar, en la posmenopausia, con el sobrepeso y la obesidad. [1]
En el marco del Día internacional de la lucha contra el cáncer de mama, diversos expertos señalan que aunque algunos factores no se pueden controlar (como las mutaciones genéticas hereditarias), existe una variedad de aspectos ambientales y de estilo de vida modificables que pueden ayudar a reducir el riesgo de desarrollar este tipo de cáncer, y uno de ellos es la alimentación. [2]
“Estudios de mujeres pre y posmenopáusicas mostraron tasas en un 31% más bajas de cáncer de mama en quienes cumplían recomendaciones dietéticas específicas, al aumentar el consumo de productos integrales y reducir la ingesta de carne y alcohol”.
Asimismo, la American Cancer Society sostiene que el consumo de fibra está relacionado con la reducción en un 8% del riesgo en el desarrollo de cáncer de mama. “Se observaron efectos beneficiosos de una dieta rica en fibra, sobre la sensibilidad a la insulina y las alteraciones en los niveles de hormonas sexuales”.
También, diversas organizaciones, como Mayo Clinic, afirman que las mujeres que llevan una dieta mediterránea, (alimentos de origen vegetal, frutas y verduras, cereales integrales, legumbres y frutos secos; aceite de oliva y pescado), podrían reducir el riesgo de sufrir dicha afección.
Actualmente, las tasas de supervivencia al cáncer de mama se han incrementado y el número de muertes asociadas con dicha enfermedad está disminuyendo constantemente, en gran medida –destacan los especialistas-, debido a la detección temprana, a nuevos enfoques de tratamiento y a una mejor comprensión de la enfermedad. [3]