Menstruar no debería excluir: 43% de estudiantes mexicanas faltan a clases

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En mayo se conmemoró el Día Internacional de la Higiene Menstrual, una fecha que busca visibilizar una realidad incómoda: la pobreza menstrual sigue siendo una deuda social con millones de niñas, adolescentes, mujeres y personas menstruantes en Latinoamérica.

Aunque cada vez se habla más de este tema y hay esfuerzos por mejorar las condiciones de quienes menstrúan, la región enfrenta todavía enormes retos. ¿Por qué? Porque la pobreza menstrual no se trata sólo de no tener toallas sanitarias o tampones a la mano; va mucho más allá.

Este concepto incluye la falta de acceso a productos de higiene adecuados, educación suficiente e instalaciones seguras para poder vivir la menstruación de forma digna. Pero también es una expresión cruda de desigualdad social, económica y de género. En pocas palabras: las mujeres pobres no sólo sufren carencias económicas, también tienen su salud y bienestar comprometidos por esta realidad invisible.

El Día Internacional de la Higiene Menstrual, una fecha que busca visibilizar una realidad incómoda: la pobreza menstrual sigue siendo una deuda social con millones de niñas, adolescentes, mujeres y personas menstruantes en Latinoamérica.

El impacto silencioso de la pobreza menstrual

Según UNESCO y UNICEF, una de cada cuatro adolescentes en la región ha faltado a la escuela durante su periodo porque no tenía productos de higiene o un baño limpio donde cambiarse. Este ausentismo afecta su rendimiento escolar, pero también daña su autoestima, su salud mental y sus oportunidades a futuro.

En México la situación no es diferente: de acuerdo con datos de Mexicanos Primero, el 43% de las estudiantes ha preferido faltar a clases durante su menstruación y 30% ha tenido que improvisar con papel de baño por no contar con insumos adecuados. Y hay más: el 6% de las mujeres en la Ciudad de México nunca recibió información sobre la menstruación en ninguna etapa de su vida.

Pero esto no afecta a todas por igual. Las mujeres indígenas, afrodescendientes, personas trans, quienes viven en zonas rurales o barrios marginales, son las que enfrentan las peores condiciones. La falta de baños dignos o productos reutilizables y seguros las coloca en una situación de desventaja brutal que impacta su salud, su participación social y sus posibilidades de desarrollo.

Romper el silencio, transformar la realidad

Latam Intersect PR, agencia de relaciones públicas que trabaja en varios países de la región y es firmante del Pacto ONU Mujeres, sostiene que hablar abiertamente de menstruación es clave para lograr equidad. Además, impulsa iniciativas que distribuyen productos reutilizables y defienden una educación menstrual sin tabúes ni estigmas.

“La comunicación tiene el poder de transformar realidades, y en temas tan urgentes como la pobreza menstrual en Latinoamérica, su impacto puede ser monumental. Las marcas y empresas, al amplificar estas conversaciones, tienen la oportunidad de liderar un cambio cultural profundo. En lugar de ver esto como una causa aislada, debemos abordarlo como una oportunidad estratégica para conectar con las audiencias de manera auténtica y generar un impacto genuino”, asegura Claudia Daré, Top Women Awards 2025 en la categoría Business Entrepreneur y Directora de Latam Intersect PR.

Según UNESCO y UNICEF, una de cada cuatro adolescentes en la región ha faltado a la escuela durante su periodo porque no tenía productos de higiene o un baño limpio donde cambiarse.

La menstruación no debe ser una barrera

Más allá de ser un problema de acceso, la pobreza menstrual es un llamado a la acción global. Gobiernos, empresas, escuelas y sociedad civil tienen la responsabilidad de poner este tema en la agenda pública, impulsar políticas efectivas y garantizar que ninguna niña o mujer deje de soñar, estudiar o trabajar por no poder gestionar su menstruación con dignidad.

Romper el silencio es apenas el primer paso. La menstruación no debería ser un obstáculo. Es momento de que la equidad menstrual sea una realidad para todas.

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