La pandemia sacó lo mejor y lo peor de mí

Por: Psicóloga Alejandra Ornelas González. Vínculo Colectivo.

Covid, covid, covid, dilo tres veces sin cubrebocas y en la calle y verás que te llega. Todos estamos ya hartos o traumados con el tema de covid. Por un lado, estamos hastiados del encierro, de los problemas económicos, de la inestabilidad e incógnita del día de mañana e, incluso, del presente mismo.

Mujer con cubrebocas
La pandemia es un conjunto de ambivalencia e incertidumbre constante que nos pone a prueba en cosas que jamás en la vida nos habríamos imaginado.

Llega un punto en el que dan ganas de decir: ” Al diablo, si me va a dar que me dé, no voy a dejar de vivir”, y es totalmente comprensible, los mexicanos somos más gregarios de lo normal, nos encanta salir, estar con la gente que nos alegra la vida, convivir, abrazar, besar, tocar

Hasta que el covid llega a nuestras vidas, si no es a nosotros, a un ser querido o cercano, a un familiar con el que vivimos, nuestra pareja, un roomie... Y comenzamos a entender el pánico de las personas a las que les llamamos “exageradas” “locas” “débiles”.

De estar con medidas de seguridad higiénicas laxas, pasé a tener las manos blancas y ásperas de tanto lavarlas y ponerme gel antibacterial, a ver raro a las personas que no usan cubrebocas, a tener miedo de estar cerca de las personas e, incluso, caer en ansiedad al mínimo síntoma o estornudo.

Te hablo desde la experiencia propia, yo fui esa persona hasta que mi abuela enfermó y entendí que es real todo lo que dicen en la tele, radio y redes socieles.

La desesperación de buscar un tanque de oxígeno, la incertidumbre de no saber si la iba a librar o no, si yo la contagié, si yo podía infectarme.

El gasto económico impresionante entre médicos, medicinas, oxígeno, aparatos, desinfectando mi casa una y otra vez, usar cubrebocas hasta en mi cuarto, pasar 12 horas en un hospital peregrinando para que atendieran a mi  abuela y que por favor la internaran, para que un médico con poco tacto me dijera que “mejor la traten por fuera, ni está tan grave la neumonía que el covid le provocó”.

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O ver cómo un señor se desmayaba por no tener oxígeno y que el médico dijera para si “mejor traigan el acta de defunción”; ver personas entrando en paro cardíaco, tratando de respirar, a otros sosteniendo como pueden a su familiar que se desmayaba y todo, para que al final, llegaran dos personas en paro cardíaco y colapsara el hospital y personal médico corriendo así a los que esperamos 12 horas.

Y bueno, los problemas familiares ni se digan, por más unida que sea una familia, en situaciones de estrés y miedo, hasta el más cuerdo se descontrola. El dinero comienza a ser un problema, la organización, la diferencia de opiniones… etc.

Llega un punto en el que ya no se aguanta el cansancio, el mal humor o tristeza, el miedo o ansiedad son inevitables, extrañaba mi vida, salir, al menos ver a una persona. Veía a los demás seguir sus vidas y me sentía en una burbuja aparte, moría por un abrazo, un apapacho, necesitaba que alguien me sostuviera y, al mismo tiempo, recordar lo que vi en urgencias me atemorizaba.

Sí, la pandemia es un conjunto de ambivalencia e incertidumbre constante, que nos pone a prueba en cosas que jamás en la vida nos habríamos imaginado.

Puede sacar lo mejor de nosotros como encontrar maneras de adaptarnos, ser más productivos, inspirarnos a aprender cosas nuevas, a trabajar en nosotros, a apreciar a nuestros seres queridos, a distinguir de quién nos debemos alejar porque no aportan nada a nuestras vidas, al contrario, nos ayuda a confrontarnos y salir adelante como podamos, a luchar y volvernos más fuertes cada día… pues no queda de otra.

Así como sacar lo peor de nosotros como darnos cuenta de que eso que tanto nos choca de otras personas,  lo hacemos también, poner a prueba nuestra tolerancia a la frustración, de trabajo en equipo, de comunicación, adaptación, control.

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Yo conocí esas cosas que evité por años… Pero gracias a la pandemia las tuve que enfrentar, aceptar y trabajar.

Sí, la pandemia sacó lo mejor y peor de mí, de todos. Algunos perdieron la batalla, otros quedaron con secuelas tanto psicológicas como físicas, otras personas están en medio de la batalla y, para otras, la pelea está por venir. Pero nadie se salva de vivir lo que la pandemia vino a enseñarnos. Y tú ¿Ya aprendiste lo que la pandemia trajo para ti?

P.d. Por favor, mínimo usen cubrebocas, lávense las manos y no hagan fiestas masivas, tengan tantita decencia.

Psicóloga Alejandra Ornelas González, integrante de Vínculo Colectivo.

Imagen cortesía de VitalikRadko



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Redacción, Plenilunia Sociedad Civil Fundada en el año de 2004, Plenilunia es una Sociedad Civil cuyo objetivo es fomentar el bienestar y la salud integral de la mujer.

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