El síndrome premenstrual severo es un trastorno reconocido desde la antigüedad. En culturas antiguas, los cambios en el estado de ánimo y el comportamiento asociados al ciclo menstrual a menudo eran atribuidos a causas místicas o sobrenaturales. Sin embargo, fue a partir del siglo XX cuando se empezó a abordar el síndrome premenstrual severo como una complicación médica.
El síndrome premenstrual severo sigue siendo objeto de mitos
A pesar de estos progresos, el síndrome premenstrual severo sigue siendo objeto de mitos y estigmas que dificultan su comprensión y tratamiento adecuado. Uno de los principales problemas es que, en muchas ocasiones, los síntomas del síndrome se desestiman como una exageración o un problema meramente emocional. Esta percepción errónea perpetúa el desconocimiento sobre el impacto real que este trastorno tiene en la vida de quienes lo padecen.
El síndrome premenstrual severo se caracteriza por un conjunto de síntomas físicos, emocionales y de conducta que ocurren en la fase lútea del ciclo menstrual. Estos pueden incluir desde dolor abdominal, sensibilidad en los senos y fatiga, hasta ansiedad, depresión y dificultad para concentrarse. A diferencia del síndrome premenstrual leve o moderado, el síndrome premenstrual severo puede llegar a interferir de manera significativa en la vida diaria. Esto porque afecta el trabajo, las relaciones personales y el bienestar en general.
El estigma ha generado una falta de inversión
Cabe destacar que el estigma asociado a dicho síndrome ha generado una falta de inversión en su investigación, lo que ha llevado a que muchas mujeres no busquen ayuda profesional. Por ejemplo, un mito común es que dicho síndrome es simplemente una “excusa” para justificar ciertos comportamientos, lo que minimiza su legitimidad como una condición médica. La importancia de abordar el síndrome como un problema de salud integral.
Hoy en día, los expertos subrayan la importancia de abordar este síndrome como un problema de salud integral. Esto incluye tratamientos personalizados que pueden ir desde cambios en el estilo de vida, como una dieta equilibrada y ejercicio, hasta terapias hormonales o medicamentos para manejar los síntomas más graves. Además, es esencial promover una mayor educación sobre el síndrome premenstrual severo. Lo anterior no solo entre las mujeres, sino también entre los profesionales de la salud y la sociedad en general.
Finalmente, el síndrome premenstrual severo es mucho más que un conjunto de molestias asociadas al ciclo menstrual. Es un trastorno que debe reconocerse, estudiarse y tratarse con la seriedad debida. Superar los mitos y estigmas es clave para mejorar la calidad de vida de las mujeres que lo enfrentan y para avanzar hacia una comprensión más inclusiva y empática de la salud femenina.