Sin duda, una de las opciones más llamativas para pasar por un periodo cómodo son los tampones. Especialistas mencionan que, en promedio, una mujer podría llegar a ocupar más de 7 mil tampones durante toda su vida fértil.
Es por esto que el tampón ha sido objeto de múltiples estudios y cuestionamientos. Si bien estas investigaciones se han centrado en los químicos que están presentes en los materiales que los componen, hasta ahora no se había hablado de los metales.
Un estudio reciente de la Universidad Berkeley, en California, ha publicado que los tampones contienen arsénico, plomo y otros metales pesados. ¡Pero no te alarmes! aún es necesaria más investigación para dar conclusiones. En esta ocasión te queremos platicar un poco sobre este producto higiénico tan antiguo como la civilización misma.
Tampones desde el antiguo Egipto
Aunque no lo creas el origen del tampón es muy antiguo, si bien no era la cápsula de algodón cubierta de plástico que conocemos, en esencia tenían el mismo principio. El objetivo era contener el flujo menstrual con la intención de no usar las incómodas toallas.
Los registros más antiguos de tampones los encontramos en Egipto, en donde pequeñas tiras de papiro húmedo eran enrolladas e introducidas en la vagina.
Por su parte Hipócrates cuenta que en la antigua Grecia las mujeres contenían su flujo menstrual enrollando gasa de hilo en un trozo de madera ligera.
Earle Haas y la patente del tampón
Fue en 1929 que el médico estadounidense Earle Haas tuvo la idea de crear un cilindro comprimido de algodón y rayón muy absorbente. Además, contaba con un hilo en un extremo para recuperarlo y un aplicador de cartón. Después de 2 años de trabajo Haas patentó su invento y la marca Tampax fue la primera en comercializarlo en 1936.
Desde entonces el tampón nos ha acompañado como un aliado en nuestra salud e higiene íntima. A pesar de eso, desde que se patentó, la ciencia médica ha estado muy atenta en cuanto a su uso, beneficios y prejuicios para la salud.
Los tampones y los metales, ¿un peligro para nuestra salud?
El artículo “Los tampones como fuente de exposición a los metal(oides)”, cuya autora principal es la Dra. Jenni A. Shearston, investigadora del Departamento de Ciencias en la Facultad de Salud Pública de Berkeley, California, ha publicado sus resultados sobre los metales que contienen los tampones. El estudio evaluó las concentraciones de 16 metal(oides) en 30 tampones de 14 marcas y 18 líneas de productos. Finalmente, se compararon las concentraciones según las características del tampón.
Se hallaron concentraciones mesurables de los 16 metales evaluados. Cabe destacar que hay presencia media elevada de plomo, cadmio y arsénico, las cuales variaban según la región de compra del tampón (EE.UU. frente a la Unión Europea/Reino Unido), según el material orgánico frente al no orgánico y entre los tampones de tienda y los de marca.
Además, se registró que las concentraciones de plomo fueron más altas en los tampones no orgánicos, mientras que el arsénico fue más alto en los tampones orgánicos.
¿Cómo llegan los metales a los tampones?
Hay muchas maneras por las que los metales se encuentran en los tampones. A parte del uso de metales para su fabricación, las materias primas como el algodón, rayón o viscosa pueden contaminarse durante su producción a través de la atmósfera en la cual se alimentan las plantas, así como el riego con aguas residuales.
El tampón y tu salud
A pesar de que se encontró la presencia de metales tóxicos en los tampones, la Dra. Shearston menciona que es necesaria más investigación para evaluar si los metales pueden filtrarse y causar problemas de salud. En ese sentido afirma que no pueden especular sobre el daño potencial de filtración que envenene el cuerpo.
La especialista de Berkeley es enfática al mencionar en su estudio que investigaciones anteriores han realizado evaluaciones de riesgo para otro tipo de sustancias químicas que se encuentran en los tampones, pero en general, sus conclusiones eran contradictorias.
Es por esto que, para tener una salud plena, te recomendamos seguir las indicaciones de los fabricantes. No excedas las horas de uso y busca alternativas para que te permitan mantenerte cómoda variando el uso de productos de higiene personal.