En un país donde solo el 30% de las investigadoras en ciencias exactas, naturales y de ingeniería son mujeres, según datos del Conacyt, tres científicas mexicanas han desafiado las barreras de género. Con ello han dejado una huella imborrable en la historia de la ciencia: Esther Orozco, Susana López y Ana María López Colomé.
Sus contribuciones no solo han elevado el nombre de México en el ámbito científico internacional, sino que también han inspirado a nuevas generaciones de mujeres a incursionar en campos históricamente dominados por hombres.
Esther Orozco: Innovación contra la amibiasis
Esther Orozco, científica y académica, ha dedicado gran parte de su carrera a la investigación de enfermedades parasitarias. Sus estudios sobre Entamoeba histolytica, el parásito que causa la amibiasis, han sido cruciales para entender los mecanismos de infección y desarrollar mejores métodos de diagnóstico. En un país donde esta enfermedad afecta a millones de personas, su trabajo no solo tiene implicaciones académicas, sino también sociales y de salud pública. Orozco ha recibido múltiples reconocimientos, incluido el Premio Nacional de Ciencias y Artes, y es una ferviente defensora del acceso equitativo a la educación científica.
Susana López: La lucha contra los virus gastrointestinales
Especialista en virología, Susana López ha enfocado sus esfuerzos en el estudio de los rotavirus. Éstos son los responsables de la diarrea aguda en niños, una de las principales causas de mortalidad infantil en países en desarrollo. Sus investigaciones fueron esenciales para la creación de vacunas y estrategias de prevención que han salvado innumerables vidas. En 2012, López fue galardonada con el Premio L’Oréal-UNESCO «Por las Mujeres en la Ciencia», destacándose como un ejemplo del impacto global que puede tener la ciencia mexicana cuando se apoya adecuadamente.
Ana María López Colomé: Una ventana al cerebro humano
Ana María López Colomé, neurobióloga de renombre, ha dedicado su carrera al estudio de los procesos celulares y moleculares en la retina, contribuyendo al entendimiento de enfermedades neurodegenerativas. Su trabajo es fundamental en un contexto donde la salud visual y neurológica está cada vez más amenazada por el envejecimiento poblacional. Además, López Colomé ha sido una activa promotora de la igualdad de género en la ciencia, abriendo caminos para que más mujeres accedan a estas áreas de conocimiento.
La relevancia de la ciencia en México
A pesar de sus contribuciones, las científicas mexicanas enfrentan retos significativos. Según la UNESCO, sólo el 28% de los proyectos de investigación a nivel mundial se lideran por mujeres.
En México, aunque ha habido avances, la brecha de género persiste, reflejándose en menos oportunidades de financiamiento, publicaciones y reconocimientos.
Estas tres mujeres demuestran que, con esfuerzo y compromiso, es posible romper barreras. Sus logros subrayan la importancia de invertir en ciencia y tecnología, áreas esenciales para el desarrollo de cualquier país. Impulsar políticas que favorezcan la inclusión de mujeres en la ciencia es, sin duda, un paso crucial hacia un futuro más equitativo y próspero para México.
Esther Orozco, Susana López y Ana María López Colomé son ejemplos vivos de que la ciencia no tiene género. Sus trayectorias invitan a soñar con un México donde niñas y jóvenes puedan ver el laboratorio como una posibilidad, no una excepción. La ciencia mexicana tiene un futuro prometedor, y en gran parte se lo debemos a pioneras como ellas.