Los métodos anticonceptivos han existido desde hace siglos, claro que no tan sofisticados como los de ahora. Casi desde que se estableció la relación entre el coito y el embarazo, las mujeres buscaron maneras de evitar la concepción cuando no la querían. Se inventaron toda clase de métodos de barrera rudimentarios, pero también, la propia observación del cuerpo y el entendimiento de los ciclos menstruales, permitió ubicar con mayor certeza los momentos más fértiles y evitar las relaciones sexuales si no se deseaba concebir. Claro que para ello había que tener información y aprender a interpretar los cambios.
Hoy, los métodos naturales siguen siendo usados por muchas parejas y lo hacen por muchas razones. Algunos los eligen porque no interfieren con los ciclos naturales, no hay que ingerir ninguna sustancia, no se tienen que comprar en ningún lado, son los aceptados por su religión o porque nadie notará que los usan, incluso la pareja si es que él no está de acuerdo en prevenir embarazos.
Independientemente de las razones por las que se utilicen, es importante saber que los métodos anticonceptivos naturales requieren una observación y registro constante del cuerpo y que su grado de efectividad es menor que el de varios métodos modernos, por lo que me atrevería a decir que son más adecuados para aquellas parejas a las que no les importaría mucho que les fallara -por ejemplo, que quieren tener un hijo pero están esperando un poco-, pero no son adecuados para quienes definitivamente un embarazo es impensable. Si este es tu caso, mejor piensa en otra opción.
Los métodos naturales son: el ritmo o calendario, la temperatura y el Billings o del moco cervical. Algunas clasificaciones incluyen el retiro o coito interrumpido, pero la verdad es que el riesgo de que pueda fallar es muy alto por lo que no es muy recomendable. Falla por dos razones, porque a veces el hombre no logra controlar totalmente la salida del semen y se llega a expulsar un poco antes de que se retire -especialmente si él es muy joven- y porque desde que hay erección, salen pequeñas gotas de líquido preeyaculatorio que pueden tener espermatozoides y provocar un embarazo.
El ritmo
A muy grandes rasgos, el ritmo consiste en calcular el momento de la ovulación llevando un registro de la menstruación. Pero ojo, no se trata de sólo decir si son 5 días después de que me terminó de bajar o faltan 3 días para que me baje, entonces es un día seguro y puedo tener relaciones sin protección. Es bastante más complejo que eso.
Por lo general las mujeres liberamos un óvulo al mes, lo que sucede aproximadamente 14 días antes de la siguiente menstruación, por lo que es más fácil saber cuándo ovulaste el mes pasado que cuándo lo harás la siguiente vez, sobre todo si tus ciclos son irregulares. Por eso, es necesario llevar un registro durante un año para poder sacar un promedio y, entonces, según el resultado, calcular cuándo podrías estar ovulando y evitar las relaciones sexuales durante 10 o más días en la mitad del ciclo. ¿Y por qué tantos? Porque si bien un óvulo sólo es fecundable durante las 24 horas siguientes a que se liberó, los espermatozoides pueden permanecer de 3 a 7 días en el cuerpo de la mujer, en condiciones para fecundarlo. Así que si tienes relaciones 3 ó 4 días antes del día que tú crees que ovularás, sí existen posibilidades de embarazo.
Además, se ha visto que algunas veces podemos ovular más de una vez en el mes, sin que esto sea predecible; así que siempre que tengas relaciones sexuales sin protección, existe la posibilidad de embarazo. Incluso cuando estás menstruando existe una pequeña posibilidad de que suceda.
La temperatura
Otro método que ayuda a predecir el momento de la ovulación es el de la temperatura. Se basa en que ésta suele cambiar un poco justo antes de la ovulación y después de ella. Así, es necesario llevar un registro durante un año acerca de estos cambios y el momento en el que ocurren, para lo que debes tomar tu temperatura todas las mañanas a la misma hora antes de hacer cualquier actividad. Este dato, aunado al cálculo del ritmo, permite tener una mayor certeza del momento de la ovulación.
Método Billings
Observar los cambios del flujo intermenstrual, también proporciona mayores datos y ayuda a ser más certeras en los cálculos. Ese es el método del Billings. El flujo que sale entre periodo y periodo se modifica en función de la ovulación; es más abundante y viscoso en el momento fértil, y más escaso y líquido al acercarse la menstruación.
Para detectar estos cambios adecuadamente, es necesario tomar todos los días un poco de flujo entre los dedos y separarlos, cuando queda un hilo entre ambos, es el momento de mayor fertilidad ¿Por qué? Porque ese flujo funge de protección para que no entren microorganismos hasta el útero cuándo no hay ovulación, pero se transforma en un vehículo que ayuda a subir a los espermatozoides cuando la mujer está en un momento fértil.
Ahora, en todos estos casos, hay que tomar en cuenta, primero, que se puede ovular en momentos inesperados, y además, que una pequeña infección, cansancio, estrés u otros factores pueden modificar la temperatura, la textura del flujo o el momento de la menstruación. Así que, una vez más, si uno realmente quiere evitar un embarazo a toda costa, más vale usar un método con mayor efectividad. Un condón, por ejemplo, que tampoco implica modificar los ciclos naturales ni ingerir sustancias.
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