Bochornos en la menopausia: qué son, por qué ocurren y cómo afectan tu salud

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¿Por qué tengo bochornos?

Los bochornos —también llamados síntomas vasomotores— son una de las manifestaciones más comunes de la menopausia. Aunque suelen describirse como “oleadas de calor”, en realidad son el reflejo de una interacción compleja entre las hormonas y el cerebro.

Durante la transición menopáusica, los niveles de estrógenos disminuyen y fluctúan, lo que afecta el funcionamiento del hipotálamo, la zona del cerebro encargada de regular la temperatura corporal. En especial, las áreas llamadas núcleo arcuato y región preóptica contienen las neuronas que actúan como verdaderos “termostatos” del cuerpo.

Cuando la concentración de estrógenos cae, estas neuronas —que producen sustancias conocidas como KNDy (kisspeptina, neuroquinina B y dinorfina)— pierden estabilidad. Como consecuencia, el cuerpo reduce su rango térmico neutral: pequeños cambios de temperatura interna pueden desencadenar una respuesta exagerada de vasodilatación y sudoración. Esa es la sensación súbita de calor que reconocemos como bochorno.

Más que un síntoma hormonal

El fenómeno no se limita a los estrógenos. También intervienen otras neuronas, como las glutamatérgicas y GABAérgicas, además de los canales termosensibles TRPM2, cuya función cambia con la menopausia. Todo este proceso contribuye a una mayor sensibilidad térmica.

A ello se suman factores externos que pueden intensificar los bochornos:

• Obesidad

• Tabaquismo

• Consumo de alcohol o bebidas calientes

• Comidas muy condimentadas

• Estrés, ansiedad o depresión

• Antecedentes de síntomas premenopáusicos

Cada mujer vive este proceso de forma distinta, pero todas comparten un mismo desafío: mantener el equilibrio en medio del cambio.

El impacto emocional y social

Los bochornos no solo generan incomodidad física, sino también afectación emocional y social. Su aparición inesperada puede causar vergüenza, ansiedad o inseguridad, sobre todo en contextos laborales o sociales.

Diversas investigaciones han demostrado que las mujeres con bochornos frecuentes tienen mayor probabilidad de presentar síntomas depresivos, lo que repercute directamente en su calidad de vida.

Hablar de ello y buscar acompañamiento médico ayuda a reducir el impacto emocional y a normalizar una etapa que todas las mujeres atraviesan en algún momento de su vida.

Bochornos nocturnos: el enemigo del buen descanso

Los bochornos nocturnos pueden interrumpir el sueño de forma repetida, provocando insomnio, fatiga diurna y cambios de humor. Dormir mal no solo agota, también agrava la irritabilidad y la dificultad para concentrarse.

La buena noticia es que, al controlar los síntomas vasomotores —ya sea con tratamiento médico o medidas de autocuidado—, suele mejorar notablemente la calidad del sueño y el bienestar emocional.

Efectos en la piel y en la salud general

La sudoración excesiva asociada a los bochornos puede causar irritación cutánea, mal olor o infecciones por hongos o bacterias, especialmente en zonas de pliegues.

Más allá de esto, se ha descubierto que los bochornos intensos y frecuentes están relacionados con alteraciones cardiovasculares y metabólicas. Las mujeres que los padecen con mayor severidad presentan con más frecuencia hipertensión, resistencia a la insulina, dislipidemia, ateroesclerosis y calcificación vascular.

Incluso se ha observado un mayor riesgo de infarto y accidente cerebrovascular en este grupo, lo que convierte a los bochornos en una señal de alerta sobre la salud cardiovascular femenina.

Una mirada integral: más allá del calor

Los bochornos son la manifestación visible de un proceso interno mucho más complejo: la interacción entre la deficiencia hormonal, los circuitos neuronales del cerebro y el metabolismo.

Lejos de ser una simple molestia, reflejan cómo el cuerpo se adapta a una nueva etapa. Por eso, merecen ser escuchados y tratados con atención.

Abordar la menopausia desde una visión integral —que combine cuidado físico, mental y emocional— permite vivir esta transición con bienestar, equilibrio y plenitud.

Dr. José María Torres Rincón

Ginecólogo