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Por Dra. Paulina Chacón Valdovinos, médica en medicina física y rehabilitación en Koltin.
Con motivo del Día Mundial de la Discapacidad, que se conmemora cada 3 de diciembre, quiero que hablemos de un tema esencial que nos toca a todas y todos: la discapacidad.
Primero, entendamos qué la discapacidad es un término muy amplio y, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la discapacidad es el resultado de una compleja interacción. No es solo la deficiencia de una persona (física, sensorial, intelectual o psicosocial), sino el choque que esta tiene con las barreras del entorno, lo que impide su participación plena en la sociedad.
Aunque se han realizado esfuerzos por mejorar las condiciones sociales para las personas con discapacidad, aún nos queda mucho por hacer y, sobre todo, por entender.
Aquí les comparto un dato clave: en 2023 se mencionaba que aproximadamente el 15% de la población mundial vivía con discapacidad. En México, ese mismo año, las personas con discapacidad representábamos cerca del 7%, de las cuales, más del 50% somos mujeres.
Es fundamental comprender la importancia de la inclusión, la no discriminación y el gran potencial que las personas con discapacidad tienen para ofrecer.
Recordemos que todas tenemos derecho a una vida digna. Por ello, es necesario poner sobre la mesa y reformular las políticas sociales actuales.
¿Cuáles son las principales discapacidades que afectan a la mujer?
Existen diversos tipos de discapacidad, y su afectación varía según el grupo etario. Les comento que, en la población de adultas mayores, las principales deficiencias que reportamos son las sensoriales (como alteraciones visuales) y las físicas, relacionadas con la disminución de la fuerza y la movilidad. Cada vez se les dificulta más realizar sus actividades cotidianas, lo cual puede conducir a la dependencia.
Hablamos mucho de la actividad física, pero a veces no se entiende su importancia: un cuerpo en movimiento tiene más posibilidades de conservar la capacidad funcional que el de un individuo sedentario. El ejercicio es vital, y lo ideal es que sea guiado por un profesional para evitar lesiones. No solo ayuda a nuestros músculos, también beneficia a nivel cognitivo y emocional.
Cuando existen personas con múltiples comorbilidades y la discapacidad se ha instaurado, mi recomendación es acudir con un profesional capacitado (en este caso, una médica o médico rehabilitador) para iniciar un protocolo de abordaje individualizado que ayude a la paciente a recuperar la funcionalidad.
¿Cómo podemos tener un envejecimiento saludable?
La mayoría de nosotras somos partidarias de vivir el momento, y no es malo, pero a veces olvidamos la planeación. Es importante planear, incluso desde antes de la jubilación: «¿Qué voy a hacer?» Si no tenemos clara esta respuesta, podemos llegar a perder el sentido de utilidad.
No se trata de planear una actividad rutinaria, sino de redescubrirse a sí misma. Esto puede ser desde buscar nuevos hobbies, reconectar con la familia y amistades, hasta aprender a cuidarse nuevamente en todos los aspectos: física y mentalmente.

Si ya vivimos con discapacidad, ¿Cuáles son las recomendaciones para mantener una calidad de vida?
Primero tendríamos que aclarar qué es calidad de vida: esta es la percepción subjetiva que una persona tiene de su posición en la vida, considerando situaciones como la salud, la seguridad económica, las relaciones sociales y sus expectativas.
¿Cómo me gustaría vivir?
Existen muchas opciones, pero estas son mis recomendaciones como especialista:
- La primera de ellas, y para mí obligada, es la visita al médico, para que se establezcan los diagnósticos pertinentes y se pueda instaurar un tratamiento.
- Recomiendo también la visita con el médico especialista en rehabilitación, quien te va a poder llevar de la mano en el proceso, ya que un programa de rehabilitación no es solamente un programa de ejercicios, sino que intervienen de manera multidisciplinaria varios profesionales de la salud.
Un ejemplo: Pensemos en una mujer adulta mayor que, tras su jubilación, adoptó una conducta sedentaria. Esto limitó su movilidad y disminuyó su fuerza, tanto en piernas como en brazos. Hoy tiene dificultad para vestirse, peinarse, subir y bajar escaleras, hacer actividades domésticas o incluso recreativas como el cuidado de sus plantas, lo que la lleva a un estado depresivo, comienza con olvidos y aislamiento.
¿Qué podemos hacer en este caso? Hay un mar de posibilidades y de intervenciones que podemos realizar, desde establecer una rutina individualizada de fisioterapia y terapia ocupacional, valoración por psicólogo, acudir a grupos o clubes donde puedan realizar actividades recreativas como lectura, poesía, pintura, juegos de mesa, y fomentar la inclusión familiar y con sus pares.
Es importante entender que todas las personas tenemos algo que aportar a la familia y a la sociedad. Además, debemos tratar de entender que hay algunos tipos de discapacidad que sí se pueden prevenir con la planeación y el cuidado adecuado de nuestra salud física y mental. Por último, quiero recordarles: a pesar de la discapacidad, es absolutamente posible tener una buena calidad de vida siempre y cuando exista un tratamiento integral y, lo más importante, una disposición activa de la persona para redescubrirse.



