Mejora la efectividad de persistencia para mejorar su efectividad, los almidones obtenidos del amaranto se usan para encapsular esporas y cristales de una bacteria llamada Bacillus thuringiensis, que es actualmente el bioinsecticida más utilizado a nivel comercial. Lo que permite potenciar su uso.
El amaranto es un producto usado principalmente en la industria alimenticia, pero recientemente un grupo de científicos del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) emplea el almidón obtenido de este cultivo prehispánico para mejorar la efectividad de bioinsecticidas utilizados en el sector agrícola.Se trata de un proyecto en el que participan investigadores de las unidades Irapuato, Querétaro y Zacatenco del Cinvestav, en el que emplean almidones obtenidos del amaranto para encapsular esporas y cristales de una bacteria llamada Bacillus thuringiensis, que es actualmente el bioinsecticida más utilizado a nivel comercial.
Fernando Martínez Bustos, colaborador de la investigación, refiere que el Bacillus thuringiensis es utilizado desde hace algunas décadas en el campo; sin embargo, la efectividad de su persistencia está sujeta a las condiciones climatológicas y a su exposición a los rayos ultravioleta del sol, lo que ha resultado una limitante para su eficiencia durable. En la investigación también participó Josefina Barrera Cortés, del Departamento de Biotecnología del Cinvestav, quien estuvo encargada de proveer el componente activo de la microcápsula: el complejo esporas-cristales del Bacillus.
Por ello, refirió Martínez Bustos investigador adscrito al Cinvestav Unidad Querétaro, lo que se buscó con esta investigación fue desarrollar un material para proteger a este bioinsecticida de diversos factores ambientales adversos y que pudiera adherirse mejor a las diversas partes de las plantas.
“Nos dimos a la tarea de evaluar el almidón del amaranto como agente encapsulante porque se trata de un polímero biodegradable de dimensiones pequeñas (el granulo mide entre una y tres micras), económico y que tiene la facilidad de adherirse a las hojas de las plantas. Pero tuvimos que modificarlo químicamente para conferirle un carácter hidrofóbico (repelente al agua) y pudiera proteger más al bioinsecticida y ser persistente en el ambiente”, expuso Martínez Bustos.
Explicó que las microcápsulas de almidón pueden liberar al bioinsecticida mediante diversos mecanismos como la presencia de agua o humedad en el medio ambiente, y así ser eliminada la plaga cuando consume el bioinsecticida. El componente activo de las microcápsulas presenta su efecto tóxico después de ser ingerido por insectos en su estado larvario. Las protoxinas se liberan en el interior de la larva y perforan su intestino, provocando la muerte.
Por su parte, Jorge Ibarra Rendón, investigador del Cinvestav Unidad Irapuato, quien se encargó de realizar las pruebas, comentó que la formulación de Bacillus thuringiensis encapsulado en almidón de amaranto tuvo buenos resultados a nivel laboratorio, por lo que la siguiente etapa es aplicarlo en el campo para conocer su comportamiento.
“El análisis consistió en exponer el bioinsecticida con muestras de larvas de un insecto llamado Manduca sexta o gusano de cuerno del tabaco a nivel de laboratorio, donde se pudo comprobar que la toxicidad de la bacteria continuaba siendo letal para la plaga. Es decir que no perdía efectividad al estar encapsulada con el almidón del amaranto”, comentó Ibarra Rendón.
El grupo de investigadores decidió aplicarlo con larvas de gusano de tabaco debido a que se trata de una plaga con características similares a otros insectos que afectan a productos agrícolas, como tomates o papas por lo que se puede inferir que el efecto del Bacillus thuringiensis se replica en otros organismos nocivos.
El siguiente paso es realizar pruebas de campo para comprobar que las microcápsulas de almidón de amaranto sirven como protector, y a partir de esas pruebas promover la transferencia de tecnología.