Las mujeres que padecen esta enfermedad, son un ejemplo de vida. Luchan para salir adelante de esta etapa por la que atraviesan, Bertha Aguilar, presidenta y socia fundadora de Cim*ab, es una prueba de ello.
La presidenta de Cim*ab platica con Plenilunia y comparte lo difícil que fue sobreponerse del cáncer de mama. Bertha asegura que de no haber sido por el amor de sus dos pequeños y de su esposo, Renata, Santi, y Fernando, el proceso no habría sido tan fácil.
“Me diagnosticaron cáncer de mama cuando tenía 30 años, demasiado joven de acuerdo a lo que dicen los doctores y las estadísticas de incidencia. Mi bebé tenía 1 año y medio, y Renata, que era muy pequeña, no caminaba. Todo empezó cuando una mañana después de bañarme untaba crema a mi cuerpo y sentí una pequeña bolita en mi seno.
Acudí con el ginecólogo, quien era mi médico de cabecera, él llevó mis dos embarazos, me palpó los senos y al sentir la bolita me hizo una pregunta que nunca me había hecho, ¿Bertha tienes antecedentes de familiares con cáncer de mama?, a lo que le respondí que sí, pues mi prima murió de eso, yo en ese momento estaba muy enojada ya que después de tantos años de tratarme nunca habíamos tocado el tema”.
La detección y el tratamiento oportunos fueron dos piezas importantes en el andar de Bertha, pues de no haber sido por ello hubiese sido muy difícil que se percatara de que tenía cáncer de mama. “Siempre fui muy disciplinada en cuanto a la realización de mi autoexploración, pues mes con mes la hacía”, comenta con gran precisión la fundadora de Cim*ab.
Si no tienes la información y cultura necesaria para estar en contacto con tu cuerpo, para sobrellevar y salir adelante de este asesino silencioso, la caminata será un tanto complicada. El apoyo de la familia es algo que no tiene precio, pero la fuerza de luchar contra el cáncer es el principal paso de esta dura caminata que a algunas mujeres se les dificulta librar.
“Fue algo muy difícil, imagínate que el doctor te dice, tienes cáncer, sientes que el mundo y tu vida se vienen abajo, cuando el doctor me dijo: Bertha, efectivamente es cáncer, yo pensé no me quiero morir, quiero ver a mis dos pequeños crecer.
Empecé el tratamiento con todo el apoyo de mi familia. Sí, fue complicado pero no imposible, yo seguí haciendo mi vida normal a pesar de las indicaciones de los doctores. Llevaba a mis hijos a natación, al fútbol a donde ellos querían. Mi familia sin duda fue lo que me impulsó para luchar día a día”, afirma
Tras estar atravesando este proceso Bertha conoce a Alejandra y deciden formar Cim*ab. Esta asociación brinda esperanzas de vida. Mantener una actitud positiva ante cualquier situación es la clave de todo, concluye Bertha.