El tercer tumor cancerígeno de mayor prevalencia en el mundo y que en México representa el 5.2% de todos los cánceres, es el de cabeza y cuello, cuya frecuencia está latente por el mal hábito del tabaquismo.
Aunque el cáncer de pulmón se le relaciona regularmente con los fumadores, el cáncer de cabeza y cuello está íntimamente asociado al tabaco, porque se presenta tanto en la lengua como en las fosas nasales, laringe, traquea y otras partes de las vías respiratorias por donde pasa el humo de cigarro.
“Aunque el cáncer de cabeza y cuello predomina en el sexo masculino a razón de tres a uno, en las dos décadas recientes se ha incrementado de manera preocupante el cáncer de las vías respiratorias-digestivas de la mujer, debido a su incursión creciente en el consumo de tabaco y alcohol”, indicó el Dr. Ernesto Miranda, médico-oncólogo de Merck.
Algunos de los síntomas de este tipo de tumor maligno pueden pasar desapercibidos, como son úlceras bucales sin curar y que persisten por dos o más semanas; bultos en los labios, boca o garganta, dolor de garganta, dolor para masticar o al tragar.
También son signos que se deben de atender, la sensación de nariz taponada o sangrado nasal persistente, tumores de cuello o la mandíbula, ronquera crónica o cambios en la voz, dolor en la parte interna de la mejilla al gesticular, en la mandíbula superior, manchas inusuales blancas (leucoplaquia) o rojas (eritroplaquia) en la boca.
A diferencia de otro tipo de cánceres, el de cabeza y cuello cuenta con terapias moleculares para atenderse desde la primera fase, registro otorgado a Erbitux que funciona como un anticuerpo que impide el crecimiento tumoral.