El dolor neuropático, lejos de ser un padecimiento incurable, en la actualidad debe considerarse como un desafío terapéutico alcanzable por un equipo experto y dedicado a esta compleja condición. Si bien no tiene una razón de ser aparente -golpe, raspadura, hueso roto o tejido dañado- al tratarse de un dolor de origen en el sistema nervioso central, la descripción del paciente resulta de gran valor para el correcto diagnóstico.
Se estima que este padecimiento afecta entre el tres y el cuatro por ciento de la población.
De acuerdo a la Red Internacional del Dolor Neuropático, este dolor es percibido por sensaciones desagradables, descritas habitualmente como punzante, ardoroso, quemante o similar a una descarga eléctrica.
Estos síntomas alteran la calidad del sueño de los pacientes, lo que les impide cumplir con las funciones reparadoras normales del organismo y esto los hace más sensibles al dolor, les disminuye la concentración y genera síntomas de ansiedad y depresión. Dichos síntomas se traducen en una disminución de la calidad de vida.
Con el propósito de encontrar las causas del dolor, el médico debe de hacer un interrogatorio y una revisión cuidadosa del paciente, además de realizar en caso necesario análisis de sangre, radiografías y tomografías
Solicitará estudios de conducción nerviosa en los que se aplican pequeños electrodos que revisan el funcionamiento de los nervios en el organismo.
Algunas personas con dolor neuropático deben someterse a estudios de glucosa para identificar si son diabéticos y por si no lo saben. Debido a que los síntomas de este tipo de dolor pueden ser incapacitantes, progresivos y de larga duración, su tratamiento debe de ser personalizado e incluir aspectos físicos y mentales.
Los objetivos terapéuticos principales son la mitigación del dolor, mejoramiento del movimiento y la fuerza así como el control del estrés y los estados de ánimo. La psico-educación y grupos de autoayuda son esenciales a la hora de esclarecer la naturaleza y manejo de la enfermedad.
La eficacia depende de la detección temprana, el conocimiento de los mecanismos responsables y del uso de estrategias terapéuticas. Los tratamientos farmacológicos actuales restauran la función nerviosa a niveles normales en el cerebro y en la médula espinal, disminuyen los síntomas y sensación de dolor, además se recomienda llevar a cabo tratamientos físicos como la estimulación eléctrica o insensibilización e intervenciones quirúrgicas (descompresivas).
Tipos de dolor neuropático de acuerdo a la Red Internacional del Dolor Neuropático
Neuropatías periféricas dolorosas: Complicación de la diabetes que afecta el tejido nervioso.
Neuralgia postherpética: Dolor continuo que va y viene en la zona de la erupción del herpes zoster, conocida comúnmente como “culebrilla”.
Neuralgia del trigémino: También llamada tic doloroso, una afección dolorosa crónica que afecta al nervio trigémino, el trastorno causa una sensación parecida al ardor extremo, esporádico y súbito o dolor facial tipo shock que dura desde unos segundos hasta dos minutos por episodio. La intensidad del dolor puede ser física y mentalmente incapacitante.
Neuropatías por compresión: La compresión crónica de un nervio produce alteraciones de la sensibilidad en la zona inervada por el nervio (hormigueos, cosquilleo, entumecimiento, sensación de frialdad o quemazón, dolor o una combinación de varios síntomas), ejemplo de esto es síndrome del túnel carpiano.
Dolor del miembro fantasma: Sensación de dolor que se origina de una zona de un miembro amputado.
Esclerosis múltiple: Dolor en varios lugares de los miembros inferiores y superiores.
Relacionado con el cáncer: Inducido por el tumor o la quimioterapia utilizada como tratamiento o inducido por fármacos, algunos casos de dolor de espalda y cuello.