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Durante años, el colesterol HDL ha sido conocido como el “colesterol bueno”, por su aparente papel protector en la salud cardiovascular. Sin embargo, una reciente investigación del Hospital Houston Methodist está desafiando esta idea, revelando que altos niveles de colesterol libre dentro del HDL podrían estar asociados con un mayor riesgo de enfermedad cardíaca.
El estudio, liderado por el Dr. Henry J. Pownall, profesor de Bioquímica en Medicina, y el Dr. Khurram Nasir, busca entender mejor el impacto real del HDL en el cuerpo. Según explican los especialistas, no todo el colesterol es igual: tanto el HDL como el LDL (conocido como colesterol “malo”) pueden existir en formas libres o esterificadas. La forma libre, más activa, podría tener un efecto negativo si está en exceso, incluso dentro del HDL.

“Lo más sorprendente es que el HDL con mucho colesterol libre parece ser disfuncional”, afirma el Dr. Pownall, autor principal de un artículo publicado en Journal of Lipid Research. “Esto cambia nuestra visión sobre cómo el HDL actúa realmente en el organismo”.
Los hallazgos provienen del estudio en curso Houston Heart Study, financiado por los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU. (NIH), que analiza a 400 pacientes con diferentes niveles de HDL en sangre. Los primeros resultados indican que el colesterol libre presente en el HDL puede acumularse en ciertas células del sistema inmune —los macrófagos—, promoviendo la inflamación y contribuyendo al desarrollo de enfermedades cardiovasculares.
Hasta ahora, se pensaba que transferir el colesterol libre al HDL ayudaba a eliminar el exceso de grasa en los tejidos. Pero esta investigación sugiere que, cuando los niveles de HDL son demasiado altos, esta transferencia podría tener el efecto contrario.
El objetivo final del equipo es desarrollar nuevas pruebas diagnósticas y tratamientos personalizados que permitan medir y controlar los niveles de colesterol libre en el HDL. Además, proponen usar este tipo de colesterol como biomarcador para identificar a quienes están en mayor riesgo y ofrecer intervenciones más efectivas.

Este descubrimiento podría transformar la forma en que médicos y pacientes interpretan los niveles de colesterol en los exámenes de rutina, abriendo la puerta a una medicina más precisa y preventiva en enfermedades del corazón.