La noche mágica de la Hora del Planeta es, más que nunca, mucho más que un símbolo. Es la expresión multitudinaria de la necesidad de actuar por el medio ambiente los 365 días del año y ha adquirido una dimensión extraordinaria al unir al mundo entero en una causa común: defender nuestro hogar y la diversidad de vida que alberga.
Desde la remota Samoa hasta las islas Cook, ambas en el Pacífico Sur, la Hora del Planeta está oscureciendo miles de monumentos, edificios y hogares en todo el mundo como símbolo de la unión en la lucha contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Este año han participado miles de ciudades de más de 180 países y territorios. Todos unidos a través de este simbólico apagón que se celebra de 20:30 a 21:30, hora local.
El mensaje central de este 2018 ha sido el impacto del cambio climático sobre la biodiversidad, dos caras de la misma moneda. Desde WWF pedimos una vez más el esfuerzo de todos, individuos, ayuntamientos, empresas y organizaciones, para luchar contra la pérdida de biodiversidad y apagar la luz por alguna de las múltiples causas posibles: proteger la vida salvaje, evitar el avance del desierto, impulsar las energías renovables, conservar nuestros ríos y bosques, evitar las inundaciones…
Las pirámides de Egipto, el Estadio Nacional de Pekín, la Torre Eiffel, el Partenón, el Coliseo, la Basílica de San Pedro o el Burj Khalifa de Dubai son solo algunos ejemplos de los monumentos más emblemáticos del mundo que han apagado sus luces durante la Hora del Planeta.
Durante la Hora del Planeta se celebran miles de eventos multitudinarios en la calle para poner de manifiesto el poder de los ciudadanos y pedir un modelo energético más saludable, seguro y justo. Todos los gobiernos y empresas deben adoptar medidas urgentes para conseguirlo y así evitar los peores efectos del cambio climático.