¿Qué vida vale más? ¿La de un hombre de 92 años muy enfermo de cáncer en pulmón o la de una mujer de 38 años que se está desangrando por complicación en el parto?
Seguramente los dos, pero si el dinero no es suficiente, ¿en quien invertir más? Los médicos en los hospitales públicos tienen que medir constantemente estos valores para decidir a quién le dan prioridad en el tratamiento, en quien se invierte más porque los recursos son limitados y realmente no alcanzan para cubrir a todos.
Esto se hizo ver en el Seminario sobre Economía de la Salud organizado en Ixtapan de la Sal por la farmacéutica Pfizer.
Cuando llega un paciente de 92 años al Hospital de Zona de Los Venados del IMSS en la ciudad de México, con un cuadro grave, los médicos deciden regresarlo a su casa dado que no ven esperanza de recuperación. La hija de ese señor muy mayor exigió hospitalizaran y atendieran a su padre hasta agotar el último recurso porque decía: “La vida de mi papá vale”. Para ella tenía un valor muy alto la vida de su papá sin importar que tuviera 92 años.
El señor estuvo hospitalizado casi dos meses en terapia intensiva que para el IMSS tiene un costo de 24,000 pesos diarios por paciente. Fueron más de 700,000 pesos que el Seguro Social destinó a atender a ese señor que finalmente murió en el hospital.
Dada la saturación de los servicios públicos de salud, son constantes los dilemas médicos sobre a quién se da prioridad en la atención. En esos dos meses en que el señor muy mayor estuvo ocupando una cama, fueron varias personas a quienes se les pudo haber negado la hospitalización. Dice la doctora Iris Contreras, una de las responsables en ese hospital de zona del IMSS, que si les llega una mujer con hemorragia por complicaciones en el parto, ¿qué le dicen si no tienen cama para hospitalizarla? Los médicos pudieran considerar como un lujo innecesario el tener a un señor de 92 años que ya saben que va a morir, y que está siendo atendido por varias semanas en terapia intensiva.
Lo que está sucediendo es que ante la insuficiencia de recursos y ante la falta de políticas de prevención y de planeación para reducir la demanda hospitalaria, las decisiones están constantemente en manos de los médicos que día a día atienden al paciente y que deciden a quién o no hospitalizar o a quien o no darle el medicamento.
Los tomadores de decisiones en la medicina deben tomar acciones que resulten prioritarias para maximizar los beneficios, dice la doctora Contreras.