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No se puede entender el erotismo masculino sin comprender cómo es que se construye su propia masculinidad. ¿Retos para lograr una sexualidad plena? Son muchos, pero vale la pena pensarlos en pareja.

“La masculinidad está construida y modelada por nuestra sociedad a partir de dos premisas fundamentales: el poder y el no ser como las mujeres. El poder que se ejerce sobre las mujeres, el de las restricciones sociales y el de la heterosexualidad sobre la homosexualidad”, explica Fernando Chávez Arredondo, profesor de tiempo completo de la Universidad Pedagógica Nacional, quien dedica sus investigaciones a la educación sensorial, sexualidad y danzaterapia.

“Los hombres no son el enemigo en la lucha por la salud sexual y reproductiva, y la equidad de género. Es la masculinidad tradicional la que mantiene a muchos hombres a la defensiva cuando se les presenta una ideología de equidad de género, o cuando se tocan temas como la homosexualidad”.

Pero la cosa se torna más complicada cuando los hombres mismos colocan tanto peso sobre su desempeño sexual. Según nos comenta Fernando Chávez, hay algunos temores masculinos frecuentes en este sentido:

• A no satisfacer a su pareja
• Falta de erecciones
• A la intimidad
• A ceder el poder que se supone se tiene cuando se controla la sexualidad.
• A no lograr un orgasmo en él o el de la/el compañero.
• A la eyaculación precoz
• A que el tamaño del pene no esté acorde a las expectativas de su pareja

“El orgasmo, el placer y el erotismo es responsabilidad de cada persona, cuando estamos con alguien más, estamos compartiendo. Pero no podemos responsabilizarnos del placer de la otra persona, el placer es compartido. A los hombres se les ha educado para hacer gozar a la otra persona, de lo cual surge una inseguridad por las imposiciones de la sociedad respecto a ese tema.

Parte del proceso por el cual pasan los hombres para convertirse en masculinos, les impide aspirar al cuidado necesario de la salud. Desgraciadamente en nuestra cultura, si un hombre es sensible a las necesidades de su cuerpo y a las emociones, no se le reconoce como varonil”, finaliza Fernando Chávez.