Las enfermedades cardiovasculares (ECV) son provocadas, en su mayoría, por obstrucciones que impiden que la sangre fluya al corazón o al cerebro. Es la primera causa de muerte a nivel mundial, la segunda a nivel nacional y es prevenible en el 80% de los casos.
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Algunos aspectos a considerar para reducir el riesgo de un infarto repentino son:
- Dieta sana. Se debe incluir principalmente abundantes frutas y verduras, cereales integrales, carnes magras, pescado, legumbres, poca sal y azúcar.
- Ejercicio regular. Se recomienda realizar por lo menos 30 minutos diarios para mantener el sistema cardiovascular en forma y aumentar a 60 minutos regularmente. Un peso adecuado ayuda a contrarrestar ciertas enfermedades causantes de infarto provocadas por el sobrepeso.
- Evitar el consumo de tabaco. El tabaquismo es uno de los factores de riesgo más importantes. Si se disminuye su consumo por completo, el riesgo de sufrir una ECV se reduce inmediatamente y al cabo de un año puede bajar a la mitad.
- Revisión continua. Es de suma importancia la realización de estudios médicos que puedan indicar ciertas anomalías en el sistema cardiovascular. Es recomendable que por lo menos cada año se mida la presión arterial y los niveles de azúcar en la sangre, así como los lípidos.
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Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2008 se registraron 17.3 millones de muertes por esta causa, las cuales representan el 30% del total de todas las muertes y se estima que para 2030 seguirá siendo la principal causa de muerte al registrar un aproximado de 23.3 millones de defunciones. En México, ocupan el segundo lugar de mortalidad, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT).
De acuerdo con el Dr. Jesús Fernando Pérez Velasco, especialista en Medicina Interna del Centro Especialidades Médicas Integradas (EMI), los infartos se presentan en su mayoría en la población adulta, por lo que es poco probable que una persona joven sufra un infarto repentinamente; sin embargo, hay ciertos factores que podrían propiciarlo y totalmente prevenibles, tal es el caso de los malos hábitos alimenticios, inactividad física, tabaquismo y alcoholismo, así como la hipertensión, diabetes y obesidad.
Es cuanto a los jóvenes que realizan actividad física explica que el ejercicio reduce el riesgo de sufrir un infarto, pero cuando se presenta un evento de este tipo es muy probable que el afectado tenga antecedentes de males congénitos que afectan al corazón y que eran desconocidos por la familia, explica el Dr. Pérez Velasco, certificado por el Colegio de Medicina Interna de México.
La mortalidad por infarto en jóvenes es mínima y aunque tenga un ECV logra recuperarse satisfactoriamente con fisioterapia de rehabilitación, medicamentos y reduciendo sus factores de riesgo. Según los registros del Sistema Nacional de Información en Salud (SINAIS), en 2008 se presentaron 14,968 defunciones a causa de ECV entre la población en edad productiva, es decir, entre los 16 y 64 años de edad.
Lamentablemente no hay síntomas físicos previos que puedan avisar sobre un próximo infarto y el infarto por sí mismo es el único síntoma. Por ello que es importante conocer los antecedentes médicos familiares, así como poner especial atención si se diagnostica un padecimiento a nivel cardiovascular. Además, es de vital importancia tener en cuenta y controlar los factores de riesgo anteriormente mencionados.