diciembre 22, 2024

Teléfonos celulares… ¿problema de salud pública?

Plenilunia Salud Mujer
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Se vuelve de gran importancia investigar si son ciertas las teorías acerca de los daños a la salud que provoca tener un teléfono celular.

[/media-credit] Se vuelve de gran importancia investigar si son ciertas las teorías acerca de los daños a la salud que provoca tener un teléfono celular.

Hoy en día, sería muy raro ver que alguien no utilice un celular, porque prácticamente ya todas las personas lo utilizamos. Es parte del fenómeno de la modernidad, además de ser también parte del sistema de telecomunicaciones.

En muchos países, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los utiliza más del 50% de la población, y el mercado está creciendo rápidamente. A finales de 2009 había en todo el mundo unos 6900 millones de contratos de telefonía móvil. En algunos lugares, esos aparatos son los más fiables o los únicos disponibles.

Ya que existe este fenómeno, se vuelve de gran importancia investigar si son ciertas las teorías acerca de los daños a la salud que provoca tener un teléfono celular.

Datos de la OMS indican que los dispositivos móviles se comunican entre sí emitiendo ondas de radio a través de una red de antenas fijas “estaciones base”. Las ondas de radiofrecuencia son campos electromagnéticos pero, a diferencia de las radiaciones ionizantes, como los rayos X o gamma, no pueden escindir los enlaces químicos ni causar ionización en el cuerpo humano.

Una persona que utiliza el teléfono móvil a una distancia de entre 30 y 40 centímetros de su cuerpo  (por ejemplo, al escribir mensajes de texto, navegar por Internet o cuando se utiliza un dispositivo «manos libres»), estará mucho menos expuesta a campos de radiofrecuencia que quienes lo utilizan acercando el aparato a su cabeza.”

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Se recomienda entonces, utilizar el “manos libres”, que permite mantener el teléfono separado de la cabeza y el cuerpo durante la llamada y el nivel de exposición; pero  también es recomendable reducir la cantidad de llamadas y su duración. Por otra parte, el empleo del teléfono en zonas con buena recepción también conlleva una disminución del nivel de exposición, ya que de ese modo el aparato transmite a una potencia reducida.

Por esta razón, información de la Organización Mundial de la Salud aclara que los teléfonos móviles suelen estar prohibidos en los hospitales y a bordo de los aviones, ya que las señales de radiofrecuencia pueden interferir con ciertos aparatos médicos electrónicos y con los sistemas de de navegación aérea.

En los últimos años, han existido teorías sobre el daño perjudicial a la salud que podrían ocasionar los celulares; hasta la fecha no se ha confirmado ninguna, sin embargo, sí se pueden tener efectos a corto y largo plazo.

Efectos a corto plazo

Los especialistas indican que la principal consecuencia de la interacción entre la energía radioeléctrica y el cuerpo humano es el calentamiento de los tejidos. En el caso de las frecuencias utilizadas por los teléfonos móviles, la mayor parte de la energía es absorbida por la piel y otros tejidos superficiales, de modo que el aumento de temperatura en el cerebro o en otros órganos del cuerpo es insignificante.

También se han investigado los efectos de los campos de radiofrecuencia en la actividad eléctrica cerebral, la función cognitiva, el sueño, el ritmo cardíaco y la presión arterial en voluntarios. Hasta la fecha, esos estudios parecen indicar que no hay pruebas fehacientes de que la exposición a campos de radiofrecuencia de nivel inferior a los que provocan el calentamiento de los tejidos tenga efectos perjudiciales para la salud.

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Efectos a largo plazo

Informes aclaran que las investigaciones se han centrado, sobre todo, en hallar un nexo entre los tumores cerebrales y el uso de teléfonos móviles. Sin embargo, dado que numerosos tipos de cáncer no son detectables hasta muchos años después del contacto que pudo provocar el tumor y el uso de los teléfonos móviles no se generaliza la responsabilidad que esto pueda tener.

A principios de 1990 y hasta la fecha, en los estudios epidemiológicos sólo pueden analizarse los tipos de cáncer que se manifiestan en un plazo más breve. Aun así, los resultados de estudios realizados con animales coinciden en que la exposición a largo plazo a campos de radiofrecuencias no aumenta el riesgo de contraer cáncer.

 

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