A medida que envejecemos, los ojos gradualmente pierden la capacidad de enfocar los objetos cercanos. Es muy común que las personas mayores de 40 años experimenten cambios visuales, en especial para leer y en ocasiones recurran a los lentes de lectura “pregraduados”. Pero ¿qué cuidados y exámenes deben realizarse para verificar la salud de los ojos?
A medida que envejecemos, los ojos gradualmente pierden la capacidad de enfocar los objetos cercanos. El término médico para ese proceso es presbicia, que normalmente empieza a principios de la década de los 40 años y continúa su progreso hasta los 65 años. Muchas personas se percatan sobre la presbicia cuando ven borroso a una distancia de lectura normal y tienen que colocar el material de lectura un poco más lejos para verlo claramente.
El Dr. Mahr señala que la presbicia, para casi todos, es parte normal del envejecimiento y dicho proceso continúa con o sin anteojos. En el caso de las personas que no necesitan lentes graduados debido a otros problemas de la vista, como miopía, hipermetropía o astigmatismo, los lentes de lectura pregraduados que ya usan es probable que sea todo lo que necesite.
La potencia de la mayoría de lentes de lectura pregraduados y de venta libre oscila entre +1 dioptría y +3 dioptrías. Para seleccionar esos lentes, hay que empezar con la potencia más baja e ir aumentando hasta encontrar la ampliación que permite leer con facilidad. Cuando los lentes de lectura pregraduados provocan dolor de cabeza, entonces lo recomendable es un examen de los ojos.
A pesar de que puedas ver de cerca con lentes de lectura pregraduados, siempre es bueno revisar periódicamente los ojos. La Academia Americana de Oftalmología recomienda que los adultos sin anteojos graduados, no presenten síntomas y con sólo bajo riesgo de ciertas enfermedades oculares, como glaucoma, se realicen un examen para establecer valores basales alrededor de los 40 años. De allí en adelante, entre los 40 y los 54 años, se recomienda un examen cada dos o cuatro años; entre los 55 y los 64 años, cada uno a tres años; y a partir de los 65 años, cada uno o dos años.
Si cuenta con antecedentes familiares de glaucoma, otras enfermedades oculares o factores de riesgo para problemas de los ojos, entonces debe examinarse con más frecuencia. En ese caso, lo normal sería cada dos o cuatro años hasta los 40 años, cada uno o tres años entre los 40 y los 54 años, y cada uno o dos años a partir de los 55 años.
Los exámenes periódicos sirven para verificar la salud de los ojos porque permiten detectar los problemas oportunamente, en ocasiones antes de que la persona se percate de alguna diferencia en la visión. Si presenta algún problema con la vista, programe una cita con el oftalmólogo cuanto antes, aunque se haya examinado los ojos hace poco.
El Dr. Mahr concluye que si pierde la vista en un ojo repentinamente, o su visión se torna borrosa o nublada de pronto, o ve destellos de luz, puntos negros o halos alrededor de las luces, comuníquese con su médico de inmediato. Esos problemas pueden ser síntomas de una afección grave, tal como glaucoma, accidente cerebrovascular o desprendimiento (desgarre) de la retina.
Cuando los cambios en la visión empiezan a interferir con la capacidad de realizar las actividades cotidianas, o ya no se puede leer fácilmente sin anteojos graduados, haga una cita con el profesional que le atiende los ojos. Es posible que en ese punto usted necesite anteojos graduados para corregir la visión y ver sin dificultad.