noviembre 24, 2024

Trabaja tu duelo. ¡Que tus pérdidas no te hagan extraviar!

Rosa roja tirada en una calle de asfalto de un día lluvioso
Jorge Piña Quevedo
Jorge Piña Quevedo

Comenzaré por dar una de las definiciones más comúnmente aceptadas de lo que es un duelo: “Es la reacción física y emocional que tiene lugar cuando nos enfrentamos a una pérdida”. Aunque generalmente se piensa en la muerte de seres queridos, hay otras experiencias que nos llevan hacia él por ejemplo cuando alguien nos rompe el corazón o cuando perdemos un trabajo en el que hemos estado largo tiempo o cuando ya no podemos realizar alguna tarea o afición muy importante, o si perdemos algún miembro del cuerpo, etc.

Rosa roja tirada en una calle de asfalto de un día lluvioso

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Al ocurrir una de las pérdidas mencionadas y aún otras, hay muchas emociones, sentimientos y pensamientos entrelazados que ante el evento se desordenan casi por completo. La confusión y la desorganización se invitan solas y en un instante todo puede ser un caos. Por esa razón es muy importante que se lleve a cabo un proceso en compañía de otras personas que permita y facilite la recuperación de la pérdida sufrida.

Es bastante conocida la teoría de Elizabeth Kübler-Ross* que propone que un duelo consta de cinco etapas: Negación, enojo, negociación, depresión y aceptación que no necesariamente tienen que presentarse en ese orden pero además, el psicólogo J. William Worden** habla de cuatro tareas que
son ineludibles en la elaboración de un proceso de duelo y a las que dedicaré esta nota:

  1. Aceptar la realidad de la pérdida. Y es que surgen las maniobras defensivas de la mente, como la sensación de irrealidad, ante las que se tiene que comprender tanto intelectual como emocionalmente la pérdida. Si esta tarea no se lleva a cabo, las sensaciones, pensamientos y sentimientos permanecen en el interior y no desaparecen. Por lo que hay que reconocerlos y expresarlos. La manera más común es hablar de ellos pero también pueden expresarse a través pintura, escritura, música, etc.
  2. Elaborar el dolor del duelo. Puede resultar muy tentador tratar de evitar el dolor a través de llenarse de actividades y cualquier otro tipo de distractores que no permitan la exploración, la reflexión y la experimentación de todas las emociones, pensamientos y sentimientos. Igual que la tarea anterior, hay que expresarlos y de ser posible buscar ayuda profesional y pedir a los familiares cercano el apoyo necesario para que sea más fácil la rutina diaria. Es importante considerar que hay momentos (cumpleaños, eventos familiares, fechas especiales) en que todo parece reavivarse y conviene volver a expresar lo que hay en el interior.
  3. Adaptarse al mundo sin lo perdido. Hay que hacer ajustes internos y externos, asuntos cotidianos, roles asumidos, pago de facturas, tareas domésticas, etc. En esta tarea se puede sentir temor, culpa o enojo por tener que hacerse cargo de cosas que antes hacia otra persona o por adaptarse a las nuevas condiciones físicas, etc. Situaciones financieras o legales pueden surgir y es necesario pedir ayuda. Este es una tarea de ajuste a la vida práctica y cotidiana.
  4. Reubicar emocionalmente al ser querido o a lo perdido. Esta reubicación consiste en moverse desde los sentimientos de pérdida y anhelo hacia nuevos sentimientos que nos permitan ser capaces de mantener el recuerdo de la persona o aquello que se perdió de una forma en que nos sea posible seguir viviendo sin ellos. Esto no implica olvidar ni deshonrar su memoria o creer que se le ama ahora menos que antes. Esta tarea significa permitir los recuerdos pero al mismo tiempo participar en actividades que sean significativas y den placer. Se trata de mantenernos conectados con el ser o lo perdido sin olvidar que hay otras personas e intereses que se aman todavía.
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Cada persona experimentará a su propio ritmo las cuatro tareas y tampoco las tiene que seguir en un orden determinado. Si la pérdida no se procesa, se permanecerá atrapado en el proceso de duelo.

*Elizabeth Kübler-Ross dedicó una gran parte de su vida a investigar no tan solo las etapas del duelo, sino los pasos en el proceso de la muerte al trabajar muy de cerca con personas en estado terminal, algunas de las cuáles iniciaron el viaje y fueron revividas a través de procesos médicos. Paradójicamente murió muy sola.

**William Worden es uno de los psicólogos más reconocidos e influyentes en el tratamiento del duelo. Es miembro de la American Psychological Association y académico de la Escuela de Medicina de Harvard.

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