El British Medical Journal (BMJ) ha encargado una serie especial de artículos sobre «La salud de la mujer y las desigualdades de género» con el apoyo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Programa de Reproducción Humana (HRP) y el Instituto Internacional de Salud Global de la Universidad de las Naciones Unidas. (UNU–IIGH).
Presentada en la Cumbre Mundial sobre la Salud, la serie reflexiona sobre las prioridades articuladas hace 25 años para mejorar la salud de la mujer y pregunta: ¿qué se ha aprendido y qué es lo que aún necesita cambiar?
Esferas críticas de preocupación para la salud de la mujer y la igualdad de género
La Declaración de Beijing afirmó que los derechos de la mujer son derechos humanos y que la igualdad de género es un pilar fundamental para la salud, el bienestar, el desarrollo y la paz.
Los temas tratados en la serie BMJ incluyen una amplia gama de factores sociales y médicos que influyen en la salud de la mujer, como:
- salud sexual y reproductiva
- violencia contra la mujer
- salud mental
- enfermedades no transmisibles
- cambio climático
- inclusión limitada de la mujer en la investigación clínica
- papel del movimiento feminista en la salud de la mujer
Esta serie también incluye un artículo de opinión en coautoría del Director General de la OMS, Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Progreso desigual y amenazas emergentes para la salud de la mujer
El progreso en la salud de la mujer sigue siendo frágil y desigual. Si bien se ha avanzado en la reducción de la mortalidad materna y las prácticas de género nocivas como la mutilación genital femenina, millones de mujeres siguen teniendo una necesidad insatisfecha de anticoncepción.
Las crecientes tasas de cánceres reproductivos, enfermedades mentales, enfermedades no transmisibles y nuevos brotes de enfermedades, como el ébola, el zika y el COVID-19, ponen de relieve la necesidad de tener un enfoque integral de la salud de la mujer a lo largo de su vida.
Si bien existe un mayor reconocimiento de las mujeres como proveedoras de atención médica, muchas enfrentan un nivel inaceptable de acoso, violencia y abuso en el lugar de trabajo.
El acceso a los servicios de salud para millones de mujeres sigue siendo limitado; incluso cuando los países avanzan hacia una realización progresiva de la cobertura sanitaria universal. En parte, esto está vinculado a un énfasis en el financiamiento de la salud basado en el empleo, que excluye a las mujeres, que tienden a trabajar en sectores informales.
El impacto de COVID-19
En medio del seguimiento del progreso en la Declaración de Beijing, la pandemia de COVID-19 está limitando o revirtiendo los avances logrados hacia la igualdad de género. Si bien las mujeres y los hombres parecen estar infectados por COVID-19 en cantidades aproximadamente iguales; las trabajadoras de la salud, que son la mayoría de los proveedores de primera línea, tienen un mayor riesgo de infección.
COVID-19 ha traído una creciente inseguridad económica, llevando a millones, especialmente a mujeres que trabajan en sectores informales, al desempleo. Las medidas de cierre han aumentado la ya elevada carga de trabajo de cuidados no remunerado que soportan las mujeres, incluido el cuidado de niñas, niños, enfermos y adultos mayores. Y las medidas de distanciamiento han aumentado la violencia contra las mujeres, las niñas y los niños; un problema generalizado incluso antes de la pandemia.
Muchos gobiernos están cambiando las prioridades de los servicios de salud que se brindan en el contexto de COVID-19 y, lamentablemente, están reduciendo el acceso a los servicios esenciales para las mujeres, incluida la atención integral de salud sexual y reproductiva, que incluye servicios para sobrevivientes de violencia.
Urgente convocatoria para invertir en la salud de la mujer
El Director General de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, la Directora Ejecutiva de ONU Mujeres Phumzile Mlambo-Ngcuka y el Rector de la Universidad de las Naciones Unidas, David Malone, argumentan en su artículo de opinión que “COVID-19 brinda la oportunidad de re-imaginar un futuro donde la salud de las mujeres y los derechos no son negociables, la igualdad de género es alcanzable y trabajar para lograrlo es la norma«.
La salud, el bienestar y las necesidades de la mitad de la población mundial no pueden tratarse como una ocurrencia tardía. Invertir en la salud de la mujer es un imperativo moral e inteligente. Salva vidas, reduce la pobreza, aumenta la productividad y estimula el crecimiento económico con un retorno de la inversión de hasta 9 veces[.]