La Organización Panamericana de la Salud (OPS) presentó una guía con las mejores prácticas para ayudar a los países a decidir qué medidas aplicar para controlar la pandemia de COVID-19, y por cuánto tiempo; basándose en cómo se propaga el virus y las características de los sistemas de salud.
«Tenemos la esperanza de que, con esta nueva guía, los países puedan adaptar mejor la respuesta a sus necesidades individuales, ya que la carga de trabajo cambia con el tiempo«, afirmó el Subdirector de la OPS, Jarbas Barbosa, en una reunión informativa para los medios de comunicación. La orientación actualizada, elaborada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la OPS, se encuentra en el documento «Considerations for implementing and adjusting public health and social measures in the context of COVID-19» (Consideraciones para la aplicación y el ajuste de medidas de salud pública y sociales en el contexto de COVID-19).
Mejores prácticas
Barbosa señaló que «mientras esperamos una vacuna eficaz y mejores tratamientos contra COVID-19, los países deberían esperar ver una serie de brotes recurrentes, por lo que siempre tendrían que estar preparados para actuar”. Y agregó: “la clave siempre ha sido asegurar que nuestras respuestas de salud pública se adapten al momento. Sólo así podremos asegurarnos de que unos pocos casos nuevos no se conviertan en brotes«.
Las mejores prácticas incluyen:
- Una sólida vigilancia de la enfermedad para detectar la propagación del virus y afinar la respuesta.
- La localización de contactos para limitar la propagación.
- La priorización de los sistemas de atención primaria para proporcionar atención cuando sea necesario.
- Contar con equipos médicos de guardia para emergencias.
«Mantener el virus bajo control requiere tanto un compromiso constante como ajustes proactivos para asegurar que nuestras respuestas nacionales reflejen las tendencias cambiantes«, afirmó.
Un mosaico de escenarios
Tras señalar que 22 millones de personas en las Américas han sido infectadas con COVID-19; y más de 660 mil han muerto, Barbosa indicó que el virus se sigue propagando, con 150 mil casos reportados diariamente. En América del Norte, algunos estados de los Estados Unidos, Canadá y México están experimentando picos en los casos. Mientras que algunos países del Caribe, América Central y América del Sur lo están haciendo mejor que otros.
Barbosa advirtió que la situación en Europa «debería servir de advertencia a las Américas. Demuestra que incluso después de controlar la infección por COVID-19, los países siguen siendo vulnerables a un resurgimiento del virus”.
Pasar de los cierres totales al levantamiento de todas las medidas restrictivas es «insostenible e ineficaz para controlar este virus«, consideró; y agregó que “cada país, ciudad y comunidad necesita ajustar su respuesta de salud pública de acuerdo con los escenarios locales”.
Buenas prácticas en la región
«Los sistemas eficaces de vigilancia de la epidemia permitieron a Chile recuperarse después de los picos sin precedentes que se produjeron a principios de este año al adaptar sus medidas de salud pública, localidad por localidad«, señaló; y los países caribeños, mediante el uso de fuertes sistemas de vigilancia en laboratorio, «han sido disciplinados en cuanto a la imposición de restricciones y el endurecimiento de las medidas de salud pública cuando se han producido nuevas infecciones, manteniendo al mismo tiempo el turismo a flote«.
La localización de contactos, ajustada a las pautas de transmisión, se está haciendo bien en la Argentina, Costa Rica y Jamaica, afirmó Barbosa. Canadá y Brasil dieron prioridad a la atención primaria de la salud y ajustaron su fuerza laboral en salud para satisfacer la creciente emanda. Mientras que Cuba y Costa Rica aseguraron la atención de las personas mediante sus sólidos sistemas de cobertura universal de la salud, añadió.
Barbosa dijo que la mayoría de los países de las Américas formaron equipos médicos de emergencia para mejorar su capacidad de respuesta cuando fuera necesario. «Lo vimos en Uruguay y Perú, donde se desplegaron equipos internos en los puntos calientes del virus para atender a los pacientes y aliviar la carga de las clínicas y hospitales locales«. Finalmente mencionó que en la región, los países desplegaron “más de 165 equipos médicos de emergencia a nivel nacional, lo que permitió que los servicios de salud se expandieran en casi 17.000 camas de hospitalización y 1,500 camas de cuidados críticos, que han sido cruciales para salvar vidas en zonas remotas«[.]