Si bien es cierto que nadie nos enseñó a ser madres y padres, el interés, conocimiento y observación de nuestras hijas e hijos puede marcar la diferencia para su desarrollo en todas las etapas de su vida, nos explica Sandra Schaffer, Directora del Centro Psicoaprende y de la Fundación Neurociencias.
Sandra menciona que hace años los niños comenzaban el proceso de aprendizaje de la lectura y escritura a los 7 años cuando ingresaban a la primaria, actualmente los niños comienzan este aprendizaje en preprimaria (Kínder III) a los 5 años aproximadamente, durante la etapa de este aprendizaje es cuando es más fácil darse cuenta si el niño ha consolidado las habilidades (perceptuales, motoras, viso espaciales, temporales, etc.) que requieren para lograr este aprendizaje en forma eficaz, ya que la lectura y escritura involucran procesos abstractos y simbólicos.Por lo que nos destaca las diferentes situaciones en las que debemos poner mayor atención:
- Dificultad al aprenderse los colores, formas y números.
- Cuando los niños presentan mayor inquietud.
- Situaciones en las que el niño no puede mantenerse en un solo lugar: Se traslada o habla sin poder detenerse.
- No controla sus impulsos, por ejemplo muerden y pegan constantemente.
- Si no retiene la información que se le da y no puede seguir instrucciones.
- Cuando la maestra está trabajando, él está inmerso en otra actividad ajena y casi no termina los trabajos.
- Si no puede interactuar exitosamente cuando juega con otros niños, lo manifiesta apartándose del grupo o con problemas de conducta, lo que deriva en que, a veces, los otros niños ya no quieren jugar con ellos.
- Si presentan problemas de habla ( pronunciación de un sonido)
- Si presentan problemas de lenguaje.
- Dificultades en el desarrollo psicomotor.
En resumen, nos comenta que podemos detectar que su rendimiento y aprendizaje no va de acuerdo a lo esperado para su edad y grado escolar. Las causas son múltiples, y pone como ejemplo que pueden tratarse de situaciones cognitivas, conductuales, de aprendizaje, de lenguaje, emocionales, neurológicas, motoras, entre otras.
Asimismo, para descartar la existencia de un problema de bajo rendimiento escolar, es importante tener la seguridad de que las niñas y niños oigan y vean bien, porque puede ser que no aprenden porque presentan problemas físicos en detrimento de una óptima agudeza visual y auditiva.
«Para saber qué es lo que está interfiriendo en mi hija o hijo para que logre aprender fácilmente, es necesario realizar una valoración psicopedagógica«, afirma Sandra.
Al referirse a las situaciones pueden afectar el rendimiento de niñas y niños, expone que el aspecto emocional es uno de ellos por lo que definitivamente el entorno familiar en que se desenvuelve, hace que el pequeño ponga o no atención en la escuela, pues las vivencias pueden interferir en su concentración durante el proceso de aprendizaje. Por lo que es necesario poner especial atención en la forma en las que se abordan y manifiestan los temas en familia, por ejemplo los divorcios, la falta de dinero, si hay un familiar nuevo en casa, el abuso de las drogas o alcohol, maltrato físico, etcétera.
Además, también hay que estar al tanto de factores cognitivos, puede haber una inmadurez en su desarrollo, puede ser que el pequeño presente un coeficiente intelectual (CI) bajo, entre otras cosas, por lo que es importante acudir a un especialista y realizar una valoración completa. El especialista generalmente es un neuropsicólogo, él dará los resultados, es decir el diagnóstico y los tratamientos sugeridos.
Es importante que como madres y padres detectemos a tiempo los problemas que inciden en el adecuado rendimiento escolar de nuestras hijas e hijos, pues si el aprendizaje no está bien cimentado, puede afectar en su desarrollo. Esto nos lleva a que como familia visitemos al especialista adecuado y no quedarnos con la idea de lo que nosotros pensamos o creemos. Con ello evitamos malos diagnósticos, porque, por ejemplo, un problema emocional propicia que la mente del niño se encuentre dispersa, y en consecuencia, no le llega correctamente la información y se refleje como problema de aprendizaje.
Finalmente nos resalta, que una niña o niño mal diagnosticado conlleva a un tratamiento erróneo. Si no ofreces la terapia adecuada al pequeño, el tiempo para regularizarlo será más largo, pesado y hasta tedioso para los involucrados, pero principalmente, para el menor en cuestión[.]