En realidad, la sexualidad en la infancia existe incluso antes de nacer o en el nacimiento, como lo han comprobado diversos estudios donde se muestra que los bebés tienen erecciones de pene y de clítoris. Sin embargo, la sexualidad infantil no se limita a lo que pasa en sus genitales, es mucho más amplia, y existe aunque sea distinta a la de las personas adultas.
Desde el nacimiento, los bebés captan muchos estímulos a través de sus sentidos; y con ellos exploran su entorno. Gracias a las sensaciones de su cuerpo, niños y niñas experimentan “placer” y también cosas que les desagradan. Esto se debe a la infinidad de terminaciones nerviosas que les sirven para conocer todo lo que les rodea.
El cuerpo representa una vía muy importante de contacto con su mundo. Imaginemos a un bebé si no tuviera sensaciones. ¿De qué manera respondería a las sonrisas, cómo nos mostraría que tiene hambre, etcétera?
El amamantamiento, el cambio de pañales, las caricias, el baño y el masaje con crema están relacionados al placer, son actividades diarias que no hay que reprimir o reprobar por estar vinculadas con la sexualidad; sino que son parte de la convivencia cotidiana.
Asimismo, el que los niños se toquen sus genitales es parte del conocimiento de sí mismos y del desarrollo normal de la relación con su cuerpo.
Tanto niños como niñas tienen el mismo derecho a explorar sus cuerpos. El crear distinciones permitiendo conductas a unos y no a otros(as), crea dudas y temores en ambos.
Para reconocer nuestro cuerpo es importante que no nos avergoncemos de él, que enterremos las ideas que hacen verlo como algo malo, que hay que temerle o que nos da vergüenza.
Es conveniente que niñas y niños comprendan que el cuerpo es suyo y que la exploración de sus propios genitales se hace en espacios privados.
Referencias
- Manual para la acción: Prevención de abuso sexual de niñas y niños. Una perspectiva con enfoque de Derechos, patrocinado por Pfizer, México 2007.