La miopía es definida como una afectación en la visión que hace que los objetos lejanos se vean borrosos pero se puede ver bien de cerca y puede desarrollarse alrededor de los seis o siete años de edad.
La miopía se presenta cuando la córnea o membrana transparente que forma la parte anterior del ojo, tiene una curva muy pronunciada o el ojo es más largo de lo normal. Eso ocasiona que los rayos de luz que llegan al ojo se enfoquen delante de la retina, que está ubicada en la parte posterior del ojo, en lugar de directamente sobre ésta y de esa manera tornen borrosa la visión. El Dr. Brian Mohney, de Oftalmología de Mayo Clinic en Rochester, Minnesota, comenta que muchos niños desarrollan miopía durante los años en la primaria, por lo general, alrededor de los seis o siete años de edad y el padecimiento suele continuar empeorando durante la adolescencia con el crecimiento del niño.
Es común que el aumento de la miopía sea más rápido durante los primeros años de la adolescencia, alrededor de los 11 a 13 años de edad, pero suele detenerse y estabilizarse hacia el final de la adolescencia o hasta los 25 años.
Es muy raro que los cambios en la vista sean el síntoma de otra afección latente. Si bien es cierto que algunos trastornos genéticos raros pueden conducir a la miopía, en la mayoría de casos, esos cambios visuales vienen acompañados de otros signos y síntomas.
Generalmente, la miopía no conduce a ninguna otra afección visual, ni aumenta el riesgo del niño de presentar más problemas con los ojos, excepto en raras circunstancias.
Por fortuna, la miopía puede corregirse bien con anteojos o lentes de contacto. Con el fin de mantener al día la graduación de los lentes del niño, es importante examinar con regularidad los ojos, sobre todo durante los años en que la vista cambia de forma rápida. De acuerdo con el Dr. Mohney, examinar oportunamente la vista permite detectar pronto cualquier cambio y ajustar la graduación de los anteojos en caso necesario.
La miopía también puede tratarse mediante una cirugía con láser de la córnea, pero no se recomienda ese medio para los niños. Las últimas investigaciones plantean que usar colirios con un medicamento llamado atropina puede ayudar a detener el avance de la miopía. Los oftalmólogos de Estados Unidos están ahora estudiando el empleo de la atropina en la miopía, pero por el momento, la evidencia no es clara respecto a qué tan eficaces sean las gotas, ni durante cuánto tiempo sea posible detener el avance de la miopía después de suspenderlas.
Si su hijo no parece estar fuera de lo común, es prudente conversar con el proveedor de atención oftálmica para aclarar dudas, inquietudes y obtener información exacta sobre el cambio de la graduación de los anteojos del niño y si dichos cambios recaen dentro del rango normal.