Las mentiras infantiles pueden considerarse como un proceso normal en el desarrollo de los niños. Tiene especial relevancia porque es el principio de lo que será su autonomía. «Se presenta por primera vez entre los dos y cuatro años de edad y es precisamente durante esta etapa cuando debemos determinar los propósitos y funciones que tienen las mentiras infantiles e interpretar sus verdaderos significados«, explicó la Mtra. Vanesa Echandi Delgado, coordinadora del Centro de Especialización de Estudios Psicológicos en la Infancia (CEEPI).
La especialista expuso un cuadro de las mentiras más frecuentes, varios ejemplos, y su significado:- Oposición al mandato de sus padres por un acto normal de rebeldía: «Ya comí o no me dejaron tarea» cuando es falso.
- No acatar las reglas de las figuras de autoridad: «no empuje al niño, se cayó solo«, «yo no metí el dedo al pastel«, etcétera.
- Cuando no aceptan una propuesta de un adulto porque empiezan a formar su propia visión del mundo: «no quiero comer chocolate» cuando todos saben que es su postre favorito.
- Por represión o no sentirse avergonzado: «no rompí la porcelana de la mesa«.
Para proteger la privacidad / mentir para no ir a la escuela: Cuando a un niño le molestan sus compañeros de escuela y miente al afirmar que se lleva bien con esos niños. «Es respetable cuando se dice unas cuantas veces, pero cuando se vuelven una situación sistemática lo más probable es que se esté presentando el acoso escolar. Aquí hay que romper con las mentiras y tomar cartas en el asunto de inmediato«, comentó Echandi. - Los niños también mienten cuando no quieren que su mundo se resquebraje, es decir, si tienen un padre o una madre que los maltrata dirán que papá o mamá los quiere y los cuida aunque en realidad sea todo lo contrario.
- En el juego ellos dicen mentiras, pero en realidad son fantasías cuyo objeto es satisfacer un deseo irrealizable: «mi padre tiene un auto nuevo«, «voy a tener una fiesta en un salón de fiesta«, «nos fuimos de vacaciones a la playa«, cuando la realidad es totalmente adversa.
A decir de la Mtra. Susana Salazar Gómora, responsable del área de Educación Continua de CEEPI, lo problemático viene cuando los niños mienten sistemáticamente: «aquí tenemos una patología que incluso atañe a toda la dinámica que rige a la familia. Lo ideal es pedir ayuda de un profesional de la psicología infantil para diagnosticar el origen de la mitomanía infantil y resolver el problema de raíz«.