- Remójate en la tina o regadera. Mantén el agua tibia. La temperatura no debe estar por arriba de los 32°C. Añade aceite de baño al agua, esto puede ayudar a retener y restaurar la piel, pero recuerda que también puede hacer que las tinas sean resbalosas. Limita las duchas calientes.
- Usa el jabón con cuidado. Si es posible, limita el uso del jabón en la cara, axilas, genitales, manos y pies. Evita los jabones desodorantes y antibacterianos; ya que pueden dañar la piel. Los limpiadores suaves son mejores, pues resecan menos la piel. Evita productos con fragancias y lauril sulfatos, que pueden ser irritantes.
- Da golpecitos a la piel para secarla. Evita frotar o tallar la piel para secarla. En lugar de ello, déjala húmeda y da golpecitos suaves con la toalla.
- Humecta la piel. Inmediatamente después de secarte, aplica una crema humectante densa. Evita las cremas o lociones que contengan alcohol.
- Usa un humidificador. Mantén los niveles de humedad en 40 o 50% y conserva fresca la casa (entre 20 y 24°C).
Consulta a tu médico si tu piel no mejora con autocuidados, si la sequedad te impide dormir, si tienes lesiones abiertas por rascarte, si presentas áreas grandes con comezón, descamación o desprendimiento de la piel.
Referencias
- Mayo Clinic Health Solutions. Edición en Español.