Por fin, disponible, la última película del genial cineasta manchego Pedro Almodóvar, Volver, alcanza elevadas alturas en su manifiesto sobre la condición del ser humano.
En una admirable línea de consistencia con sus anteriores filmes, Todo Sobre mi Madre, Hable con Ella y La Mala Educación, el célebre realizador reafirma que sigue gozando de su plena madurez creativa.
El relato se centra en tres generaciones de mujeres: Raimunda, atormentada por la pasada relación con su padre; su madre que aparentemente ha muerto, y su hija. Los tres personajes interactúan de manera penetrante y conforman un complejo tapiz que se convierte en un preciso retrato del universo femenino.
Como en sus anteriores cintas, particularmente Todo Sobre mi Madre, hay lucidez y profundidad para captar las relaciones humanas. A fin de cuentas, estamos frente a un agudo, un intenso, un apasionante manifiesto de la condición del ser humano.
Cada diálogo, cada escena, cada toma, están plenamente justificadas y encuentran su razón de ser. No hay puntos muertos, ni momentos desperdiciados, si acaso alguna imagen fugaz.
Almodóvar sigue siendo un cineasta alejado de convencionalismos, que rompe las estructuras formales, al recurrir, como Luis Buñuel, a planos cargados de chispa y sentido visual.
Lo que siempre es admirable es su capacidad para manjar la ironía punzante y el sarcasmo como recurso narrativo, sin caer en la sordidez o en la vulgaridad.
Ahí radica su talento: no necesita agobiar al espectador con elementos meándricos o grotescos, tan comunes en ciertos directores mexicanos, ni caer en la pedantería estridente, para construir un drama que esconde una metáfora social y que conmueve porque devela el dolor, la angustia, la desesperación y la soledad individuales. Es decir, un espejo auténtico de sentimientos humanos.
Capaz de adentrarse en el lado oscuro del ser humano, sin rehuir la ternura, su cine se ve con agrado, sin congoja, incitando a la reflexión necesaria, porque sabe hallar el optimismo sin banalidad.
Volver es un testimonio sobre el perdón y el olvido. No es poca cosa la lección que nos da Almodóvar, quien logra plena identificación con el espectador avispado, al que atrapa en un juego que va de sorpresa en sorpresa.
La cinta ganó el Goya este año como la mejor producción española, al superar a El Laberinto del Fauno, del mexicano Guillermo del Toro, mientras que sorpresivamente, Volver ni siquiera fue nominada en la categoría de Mejor película extranjera.
No es posible concluir el comentario sin mencionar el muy brillante trabajo de Penélope Cruz en la mejor actuación de su carrera, tras varios años de tropiezos en Hollywood, que le valió una justa nominación al Oscar como mejor actriz estelar, además de que obtuvo el Goya en este rubro.