Las edades de mujeres cuidadoras en México fluctúan entre los 15 y 87 años y dedican de 16 a 24 horas diarias al cuidado de niños o personas adultas mayores. Es prioritario atender a las mujeres cuidadoras, debido a la carga de trabajo físico y emocional a la que son sometidas quienes tienen bajo su responsabilidad el cuidado de otras personas
La Comisión de Igualdad de Género de la Cámara de Diputados se reunió el pasado 19 de marzo de 2015 con la titular del Instituto Nacional de Desarrollo Social (Indesol), María Angélica Luna y Parra y Trejo Lerdo, a fin de dar a conocer los resultados del proyecto “Apoyo a mujeres cuidadoras primarias en los hogares del Programa de Coinversión Social 2014”.
La presidenta de esta instancia legislativa, diputada Martha Lucía Mícher Camarena, afirmó que es prioritario atender a las mujeres cuidadoras, debido a la carga de trabajo físico y emocional a la que son sometidas quienes tienen bajo su responsabilidad el cuidado de otras personas, ya que además no cuentan con capacitación o algún tipo de apoyo moral o psicológico.Esto, resaltó, las pone en una situación de alta vulnerabilidad que debe ser atendida urgentemente.
Por ello, precisó, la comisión impulsó y logró la etiquetación de recursos para la atención de estas mujeres con un monto aprobado en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2014, de 10 millones de pesos que se incorporaron al Programa de Coinversión Social de Indesol.
Dada la importancia en el tema, explicó, “hemos dado seguimiento a la operación de este programa y al ejercicio de dichos recursos, que incluye la emisión de observaciones a la convocatoria correspondiente que diseñó Indesol para este fin, por lo que los resultados que se presentan nos ayudarán a saber el impacto de los recursos en la vida de estas mujeres”.
Por su parte, María del Rocío García Olmedo celebró que gracias a la visibilización de estas trabajadoras se obtuvieron los recursos económicos para su apoyo. “Es muy difícil resolver las problemáticas que enfrentan si no hacemos un esfuerzo especial para sacarlas a la luz, algo que se logró en conjunto con la sociedad organizada y los actores políticos”, añadió.“Con esto se van cerrando los círculos para consolidar una política pública en la materia”, sostuvo, y agradeció en especial la intervención de las ONG’s para consolidar los apoyos para las y los cuidadores en México.
Al saludo se unió la diputada María Guadalupe Sánchez Santiago, quien solicitó a las organizaciones dar a conocer el monto promedio que se les asigna para llevar a cabo sus tareas y cómo éstas los obtienen en cada una de las entidades de la República.En su intervención, Luna y Parra y Trejo Lerdo destacó que las edades de mujeres cuidadoras fluctúan entre los 15 y 87 años y dedican de 16 a 24 horas diarias al cuidado de niños o personas adultas mayores.
La titular del Indesol subrayó que las mujeres cuidadoras decide serlo por las siguientes razones:
- 70% Por decisión propia
- 6.7% Porque su familiar se los pidió
- 3.3% Las eligieron otros familiares
- 3.3% En virtud de que no había nadie más
Recalcó que estas mujeres se encargan de cuidar:
- 29% a su madre
- 8% a su padre
- 7% a su hermano
- 6% brinda atención a alguna otra persona
Mencionó que uno de los principales obstáculos de las mujeres cuidadoras es el maltrato que reciben por parte de las instituciones, así como la falta de apoyos económicos directos.
Informó que el programa “Apoyo a mujeres cuidadoras primarias en los hogares” atendió a 4 mil 853 mujeres y mil 571 hombres cuidadores; las principales acciones de respaldo fueron:
- Capacitación
- Empoderamiento
- Autoempleo
- Profesionalización
- Apoyo psicológico
- Terapias físicas
- Asistencia médica
- Nutrición
- Habilitación de espacios
- Apoyo telefónico.
Señaló que se ayudó a organizaciones de 16 entidades federativas bajo cuatro líneas de acción:
- Personas con discapacidad
- Enfermas que viven en etapas terminales de largo periodo,
- Adultos mayores o personas dependientes en general que necesitan de cuidados.
En su turno, la directora de Evaluación del Instituto Nacional de las Mujeres, Teresa Jácome del Moral, resaltó que el cuidado de la salud constituye una de las actividades no remuneradas dentro del hogar y, a su vez, con mayor precio en el mercado.
De acuerdo con datos del INEGI, puntualizó, el valor monetario de los cuidados no remunerados es equivalente a 167 mil 536 millones de pesos, lo que representa el 85.5% del valor agregado de los servicios hospitalarios y 98 veces el de las residencias y asistencia social en el país.
Estimó que el valor económico del trabajo no remunerado en general del país es de 20.5% del Producto Interno Bruto (PIB), mientras que el de cuidado remunerado representa el 7.1%.
Reveló que en México el 52% de los hogares tiene al menos una persona con necesidades de cuidado, en su mayoría personas adultas o enfermas y, subrayó, se incrementará más.
Del total de hogares con personas mayores de 60 años y más, continuó, 12% requieren cuidados.
Añadió que las mujeres cuidadoras deben ser consideradas una prioridad nacional y crear políticas públicas abordadas desde la perspectiva de género y de derechos humanos; en México, destacó, existe una importante omisión por parte del Estado en la provisión de servicios para el cuidado de personas.
“Se requiere construir una infraestructura social, garantizar el acceso a los servicios de salud e impulsar un cambio estructural y legislativo que garantice el ejercicio del derecho de cuidar y ser cuidado”, agregó.
Durante su intervención, representantes de las asociaciones de cuidadoras primarias señalaron que factores como la falta de cultura en este sentido, ha provocado que no se les dé el valor que merecen las mujeres y hombres dedicados a ello. “Se dice fácil el trabajo que hacen, pero son personas olvidadas”, coincidieron, al enfatizar que existen muchos mitos en torno a su labor.
Urgieron a sensibilizar a la población sobre la inclusión y los derechos de los cuidadores y cuidadoras, ya que deben soportar numerosos problemas económicos, sociales y psicológicos. “Debemos visibilizarlo entre la población del México”, reiteraron.
Al tomar la palabra, Rosa María Hernández Rodríguez, de la organización Ciudadanía en Movimiento, en Camino a la Igualdad de Género (CIMIGE), expresó que los cuidadores y cuidadoras ignoran que para mejorar sus atenciones primero deben cuidarse a sí mismos.
Derivado de ello, comentó que se ha trabajado en terapias grupales con la intención de romper el aislamiento del que muchas ocasiones son víctimas por las largas jornadas de trabajo, y para disminuir su tensión emocional, dada la gran responsabilidad que tienen.
Por otro lado, explicó que a muchas cuidadoras se les han impartido cursos, talleres y diplomados, en afán de mejorar sus labores y para abrirles la posibilidad de obtener una remuneración por ello.
Por su parte, Josefina Franzoni Lobo, de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, advirtió que más del 50% de los cuidadores y cuidadoras padecen sobrecarga emocional, lo que deriva en aislamiento social y familiar, pérdida de proyectos de vida y culpas.
Expuso que, además de lo anterior, existe mucho maltrato familiar hacia los cuidadores primarios, quienes suelen ser mujeres, al ser presas de un sistema patriarcal que les designa una responsabilidad que no les corresponde (cuidar a la abuela, la madre o el hermano inválido) y al carecer de ayuda sustancial por parte del resto de la familia.
Empero, acentuó que ya ha aumentado la participación de los varones en estas actividades, aunque aclaró que también adolecen de condiciones económicas precarias y cargas emocionales severas.
Por último, Luz Elena Olaiz Cortina, del Centro de Cuidados Paliativos de México, se pronunció por reconocer no sólo las necesidades de las personas en cuidado, sino de los cuidadores mismos. Por ello, dijo, se precisa informar a los pacientes, y a sus familiares, sobre sus expectativas de salud, para así disminuir la tensión de los cuidadores.
Por otra parte, enfatizó la necesidad de fortalecer la participación de toda la familia en el cuidado de un discapacitado, persona enferma o adulto mayor, para, de igual manera, aminorar la carga de trabajo de los encargados primarios y contribuir a su estado de salud.