Las píldoras anticonceptivas para mujeres llevan utilizándose desde los años sesenta, y aunque se han realizado numerosas investigaciones y pruebas sobre una píldora anticonceptiva para hombres, hasta ahora no han tenido mucho éxito.
Teniendo en cuenta que aproximadamente la mitad de los embarazos del mundo se consideran no deseados, y que las encuestas sugieren que muchos hombres tomarían una píldora anticonceptiva si estuviera disponible, se trata sin duda de un tema interesante. Sin embargo, aunque parece que estamos en la cúspide de una nueva revolución sexual, el desarrollo de un anticonceptivo de este tipo plantea una serie de retos.
Uno de ellos es conseguir que las empresas farmacéuticas se sumen al proyecto. Como ya existe un anticonceptivo oral femenino y se necesitaría una gran inversión de tiempo y dinero para superar los trámites reglamentarios y lograr un producto que podría reducir el mercado a la mitad, ¿cuál sería el incentivo para desarrollar una píldora masculina?
Con el auge de la tecnología y el aumento de los conocimientos en determinados campos, la medicina ha experimentado un rápido desarrollo y ha logrado grandes avances. Desde el descubrimiento de tratamientos para enfermedades graves, hasta el hallazgo de medicamentos que ayudan a tratar trastornos mentales y conductuales comunes como la depresión, el abuso de sustancias y los problemas con el juego, se han producido multitud de “milagros médicos” en las últimas décadas.
Pero incluso con todos estos “milagros”, la biología de la píldora anticonceptiva masculina es muy complicada. En el caso de la píldora femenina, la biología se basa en un único óvulo, mientras que en el caso de la píldora masculina, los científicos se enfrentan a un gran número de espermatozoides, a los que tendrían que ser capaces de destruir, interrumpir su producción o desactivar de alguna manera.
Aunque algunos han propuesto el uso de hormonas para detener la producción de esperma, se ha descubierto que esto reduce los niveles de testosterona, lo que afecta la libido y hace que crear la píldora masculina no tenga sentido. Para sortear esta situación, los científicos han añadido testosterona, o en algunos casos un compuesto similar a la testosterona, a los anticonceptivos que se han probado en jabones, geles y píldoras. Aunque algunos de ellos han tenido problemas con efectos secundarios desagradables, otros ensayos parecen ir por buen camino.
Un enfoque alternativo consiste en una idea más mecánica: bloquear los conductos que transportan los espermatozoides desde los testículos. En Australia, un grupo de investigadores ha estudiado esta posibilidad mediante una inyección de hidrogel, cuyo efecto se prevé que dure dos años. Aunque este enfoque sería como una vasectomía reversible y sin bisturí, para algunos científicos la respuesta está en poder encontrar una molécula o un receptor en los espermatozoides que pudiera desactivarse de algún modo.
Un estudio reciente, publicado en la revista Nature Communications, podría ser la respuesta, ya que consiste básicamente en impedir que los espermatozoides se muevan mediante el bloqueo de una proteína llamada adenilil ciclasa soluble, o sAC, por sus siglas en inglés. El aspecto clave es que el efecto es temporal y solo se debería tomar en caso de ser necesario.
Aunque aún deben realizarse ensayos en humanos, el método es prometedor y algunos expertos sugieren que podría allanar el camino hacia un anticonceptivo unisex. Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer antes de que los hombres tengan acceso al fármaco en forma de píldora, pero el panorama está cambiando y podríamos estar avanzando hacia un futuro en el que los hombres puedan disponer de una mayor variedad de anticonceptivos a su alcance.