Seguramente, este 24 de diciembre, ya tienes bajo tu árbol un hermoso Nacimiento en el que hay figuras de pastores, ovejas, bueyes, burros, un pesebre, la Virgen María, San José, el niño Dios y tres Reyes Magos, pero, ¿alguna vez te has preguntado cuál es el significado de estas figuras?, ¿qué simbolizan? o ¿qué importancia tienen?
Según el diccionario de los símbolos de Chevalier [1], el buey es símbolo de bondad y de calma, de potencia de trabajo y de sacrificio. En su actitud hay un aspecto de dulzura y desapego, que evoca la contemplación. También representa la renovación de la Naturaleza.
El borrego/cordero es símbolo de dulzura, simplicidad, inocencia, pureza, obediencia. La luz en el centro del ser. Vencedor de la muerte y de las potencias del mal, todopoderoso, divino y juez. El cordero suele ser símbolo de Cristo.
Nosotros, por nuestra naturaleza humana solemos ser como el burro, instintivos e ignorantes. Dios, luz, conocimiento Supremo, nos quita la ignorancia y nos ayuda a equilibrar nuestros instintos, nos ayuda a ser bondadosos, como los bueyes, y nos enseña que, a través del desapego, tenemos oportunidad de estar más cerca de El. Es así como en nuestro yo interior, nuestro “establo” tendríamos que desarrollar las virtudes del buey y de la burra. La bondad, la obediencia, la dulzura, el desapego, la humildad y la paciencia, todos, alimentos espirituales (”el pesebre”) que Dios nos da para despertar a la luz, a El, que habita en nosotros.
La estrella es símbolo del espíritu, y en particular, del conflicto entre las fuerzas espirituales y las fuerzas materiales. La estrella llameante de cinco brazos es el símbolo de la manifestación central de la luz, del centro místico, del foco de un universo en expansión. Representa al hombre regenerado, radiante como la luz, en medio de las tinieblas del mundo profano.
El significado de los ángeles, es, entre otros muchos, ser portadores de una buena nueva para el alma. ¿Qué mejor que adentrarnos a nosotros mismos para ser uno con Dios?
Los Reyes magos – Melchor, Gaspar y Baltazar – nos enseñan en cuerpo, mente y espíritu que Jesús es Rey – oro -, es hijo de Dios – incienso -, aunque de naturaleza humana – mirra -. Y que nosotros, como ellos, estamos para adorarlo y recibirlo en nuestro corazón, si es lo que queremos y nos ponemos en disposición.
Asimismo, si José y María viajaron de un lugar a otro y estuvieron de paso en Belén, es porque nos recuerdan, que nosotros también estamos de paso en la vida.
El Nacimiento nos recuerda la renovación del ciclo de la vida, de nuestra vida, la cual siempre tiene cambios, ciclos: vida/muerte/vida; luz/obscuridad/luz.
Aunque muchos estudiosos dicen que Jesús nació en marzo. Hay también toda una explicación de porqué su “cumpleaños” se celebra en diciembre. Simbólicamente, El, que es la Luz, nació en época de obscuridad para guiar a la humanidad en todo tiempo y lugar (sobre todo en épocas de crisis).
El nacimiento de Jesús nos dice que todos los días tenemos la oportunidad de volver a nacer y tener una vida más plena. Con cambios, con etapas obscuras, con luz, con sombras, con bienestar y armonía. Jesús que vive en nuestro interior siempre nos acompaña.
Bibliografía
- Chevalier, Jean. Diccionario de Simbolos, Barcelona, Ed. Herder, 1988