Existen diferencias en el erotismo entre una persona y otra dependiendo de sus gustos y sensaciones. También el erotismo del hombre y la mujer son diferentes.
El erotismo del hombre es más visual, más genital; el de la mujer es más táctil, muscular y auditivo, más ligado a los olores, la piel y el contacto. Sin embargo, si bien es cierto que existen diferencias entre ambos sexos, podemos afirmar que muchas de ellas tienen que ver con lo que nos han enseñado, y la forma de comportarnos en la relación de pareja; aunque poco tiene que ver con las verdaderas necesidades de hombres y mujeres, es una constante que se repite en la mayoría de las relaciones afectivas.
Tras algunos años de vida en común, una pareja puede encontrar dificultades en el plano de la sensualidad, en tanto que el impulso de la atracción sexual se pudo haber transformado a través de un largo proceso de mutación en una inmensa ternura. El amor ha perdido su componente cautivador para convertirse en total devoción, total ofrenda y sacrificio (en el peor de los casos).
El placer es fundamentalmente una sensación que provoca una fuerte reacción emocional. Freud identifica el placer como la descarga de la tensión negativa producida por una necesidad o un deseo. La esencia del placer, inherente no sólo en las relaciones sexuales sino también a todas las actividades humanas en las que la libido interviene en alguna forma, supera ampliamente la simple descarga de una tensión negativa.
Al deseo sexual podemos concebirlo como una necesidad de obtener placer en el contacto con los demás o por autoestimulación. Como un deseo de obtener placer en el contacto con los demás, por lo que adquiere una enorme importancia para el individuo. Este deseo es sentido con claridad y consistencia si la educación no ha sido demasiado represiva, dando origen a un interés cada vez mayor por las personas que coinciden con la orientación del deseo, y a sentimientos de necesidad de entrar en contacto con los demás, acariciar y recibir caricias.
La atracción sexual supone el deseo. Las personas sienten atracción cuando un estímulo u objeto sexual tiene para ellas un valor erótico, les estimula o les excita. La atracción depende del deseo no sólo porque de ahí toma su energía, sino también porque lo que atrae es lo que coincide con la orientación del deseo. Ésta da o quita significado erótico a toda la realidad.
En la atracción sexual intervienen una serie de factores, algunos de carácter social que dependen de los modelos de belleza dominantes en una sociedad dada. Resulta interesante conocer los mecanismos sociales y psicológicos de esta construcción de modelos de atracción para poder entenderla cuando se manifiesta entre dos personas, y así favorecer el sentido y el derecho a las diferencias frente a la conformación social.
El amor en la pareja pone en juego, en el consciente, la armonización de una relación en el doble plano de la sexualidad y de la psicoafectividad. La inmadurez afectiva de numerosas parejas o de uno de sus integrantes, así como las estructuras de la sociedad actual, tienden a disociar del placer erótico, su componente afectivo.
Las expresiones del erotismo conforman esa parte de la sexualidad que nos hace a todos capaces, desde el nacimiento, de conformar aquellos ingredientes que vamos cultivando desde nuestro desarrollo para disfrutar del placer a través de nuestros sentidos: lo que nos gusta saborear, oler, sentir, tocar, ver y escuchar.
Los seres humanos son diversos en gustos, y los sentidos permiten penetrar los deseos, las fantasías y el ánimo. Cada persona puede identificar su diversidad a partir de lo que le gusta a través de los sentidos. Hay quienes sienten mayor estimulación a través del olfato, otros de los sabores. Lo importante es que podamos incluirlos en la expresión del erotismo y ponerlos al servicio de nuestro placer. Si decidimos y podemos darnos una fiesta a través de nuestros sentidos, podremos apreciar una mejor respuesta que nos permita no caer en la rutina.