Nombrar, mirar, sentir: el largo camino de las mujeres para reconectarse con su vulva

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En un tiempo donde hablar de autocuidado, amor propio y salud mental es tendencia, hay un tema que sigue en silencio: más del 50% de las mujeres nunca ha visto su vulva. En pleno siglo XXI, millones de personas aún no tienen una relación visual —ni emocional— con una de las partes más íntimas y significativas de su cuerpo.

Y no se trata de un descuido aislado. Esta desconexión es el resultado directo de una cultura que durante generaciones ha enseñado a las mujeres a ocultar, minimizar y avergonzarse de su sexualidad. Desde la infancia se les impone el silencio: no se nombra, no se toca, no se mira. Los genitales femeninos se convierten en un misterio envuelto en eufemismos como “la cosita”, “tu parte íntima” o “allá abajo”.

Desinformación y vergüenza

La falta de educación sexual no solo deja dudas, también alimenta la vergüenza. En un estudio británico hecho en hospitales universitarios, a los participantes se les pidió identificar las partes del aparato genital femenino en un esquema. Solo el 9% lo hizo correctamente. Menos de la mitad supo que hay tres orificios en la zona genital —uretra, vagina y ano— y apenas el 18% logró ubicar el perineo.

Conocerse es un acto pendiente, solo el 9% de las mujeres identifica correctamente sus genitales.

Aunque las mujeres obtienen mejores resultados que los hombres en estos estudios, las cifras siguen siendo preocupantes. En otra encuesta, apenas el 45% pudo diferenciar correctamente entre “vulva” y “vagina”, y dos tercios reconocieron que les cuesta usar esas palabras en público o incluso en consulta médica.

Este desconocimiento se traduce en incomodidad, inseguridad y miedo. El 61% de las personas con vulva reportan tener una relación negativa con sus genitales, y casi la mitad se preocupa por su apariencia, influenciada por estándares irreales difundidos por la pornografía o redes sociales. No sorprende que la labioplastia —cirugía que modifica los labios genitales— sea una de las intervenciones estéticas que más ha crecido en el mundo, con un aumento del 73% en solo cuatro años.

El placer comienza con el conocimiento

En este contexto, hablar de autoexploración genital se convierte en un acto político. Mirar la propia vulva no es trivial: es el primer paso hacia el placer, la autonomía y el autocuidado. Porque no se puede disfrutar lo que no se conoce, ni cuidar lo que no se sabe que se tiene.

La falta de conexión con los genitales también afecta la capacidad de comunicar placer, de reconocer signos de alerta en la salud íntima o de sentirse segura en la intimidad. Nombrar con claridad: clítoris, labios mayores, labios menores, entrada vaginal, perineo, es una forma de recuperar el cuerpo como territorio propio.

Platanomelón México, marca enfocada en bienestar sexual, ha lanzado una provocación necesaria: “¿Serías capaz de reconocer tu vulva?”. La propuesta no es una campaña más: es una invitación a romper el tabú, a mirarse sin culpa ni juicio, y a comenzar una relación más libre y consciente con la sexualidad.

Dos de cada tres mujeres no se sienten cómodas usando las palabras “vulva” o “vagina”.

Explorar también es autocuidarse

Este mes es una gran oportunidad para reconectar con el cuerpo y comenzar a explorar la sexualidad desde el conocimiento y el placer. Muchas personas, en solitario o en pareja, se animan a dar ese primer paso hacia la exploración. El interés crece, especialmente en esta época donde hay más facilidades para la compra de juguetes y para acceder a recursos e información que acompañan este proceso de forma segura y confiada”, explica Claudia Lobatón, sexóloga de Platanomelón México.

La especialista también hace un llamado a mirar el cuerpo sin juicio, a redescubrir el clítoris, ese órgano con más de 10,000 terminaciones nerviosas cuya única función es proporcionar placer, y a dejar atrás el tabú de la masturbación. “Masturbarse con conciencia puede aliviar el estrés, fortalecer el sistema inmune, reducir cólicos menstruales, mejorar el sueño y, sobre todo, fortalecer la relación con uno mismo”, afirma.

Nombrarse para existir

Hablar de autoexploración, de genitales, de placer sin culpa, no debería ser revolucionario, pero lo es. Y por eso cada dato, cada conversación que invite a nombrarse y conocerse, es una forma de avanzar hacia una sexualidad más libre, más informada y justa. Porque conocerse es un derecho, y mirar la propia vulva, lejos de ser un acto menor, es quizás el primer paso hacia el placer, la autonomía y la dignidad.

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