diciembre 20, 2024

Día Mundial para la prevención del suicidio: ¿Cuáles son los principales desencadenantes de las conductas suicidas?

Plenilunia Salud Mujer
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El suicidio, entendido como el acto consumado de una persona que atenta contra su vida, puede describirse de forma sencilla. Sin embargo, esta definición, aunque precisa en su descripción, está muy lejos de poder explicar realmente todo lo qué es el suicidio.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año, más de 703 mil personas se quitaron la vida cometiendo suicidio. Esto significa que una persona muere cada 40 segundos. Por otro lado, el suicidio entre hombres es cuatro veces mayor que en mujeres a pesar de que ellas lo intentan tres veces más.

Y es que, así como en México, el suicidio es un problema de salud pública en el mundo. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, (INEGI), en 2021 se registraron 8 mil 447 suicidios consumados, mil 224 más que en 2019, lo que presenta una tasa de 6.2 por cada 100 mil habitantes. Además, hay un dato clave que debe tomarse en cuenta, por cada suicidio consumado hay, por lo menos, 20 intentos fallidos.

El suicidio es la tercera causa de muerte entre jóvenes de 20 a 24 años. Además, las personas de 45 a 59 años tienen la tasa más alta seguido por las personas de 70 años o más.

Más allá del suicidio

Debes saber que las conductas suicidas se presentan de forma muy diversa. Responden a motivaciones distintas en cada persona, por lo que es necesario tratarlas de manera diferente en cada caso. El suicidio es el reflejo de la pérdida de salud física y mental de una persona, así como de sus redes de apoyo.

En este sentido, en la decisión de cometer suicidio existen tres componentes básicos:

  • A nivel emocional, un sufrimiento intenso.
  • A nivel conductual, una falta de recursos psicológicos para hacerle frente.
  • A nivel cognitivo, una desesperanza profunda ante el futuro, acompañada de la muerte como única salida.
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El suicidio es el reflejo de la pérdida de salud física y mental de una persona, así como de sus redes de apoyo.

Es por esto que debemos tener presente que el suicidio no es un problema moral. Es decir, quienes intentan suicidarse, no son cobardes o valientes, son personas que están rebasadas por el sufrimiento y no tienen la mínima esperanza en el futuro.

Sin embargo, según Spirito y Donaldson, muchas personas que tienen conductas suicidas no quieren morir, esto lo demuestra el hecho de que existen más intentos que actos consumados. Lo único que quieren es dejar de sufrir y por eso pueden estar contentos de no haber muerto una vez que el sufrimiento se ha controlado.

Por cada suicidio consumado hay, por lo menos, 20 intentos de suicidio.

Manifestaciones de las conductas suicidas

Los riesgos de cometer suicidio responden a muchos factores, por lo que la edad, el sexo y el nivel socioeconómico, juegan un papel crucial en cuanto a cómo detectar las conductas y prevenir una tragedia. Según datos de la OMS, el suicidio es la tercera causa de muerte entre jóvenes de 20 a 24 años en las Américas. Además, las personas de 45 a 59 años tienen la tasa más alta seguido por las personas de 70 años o más.

Entre los jóvenes el consumo abusivo de alcohol/drogas, depresiones por brotes psicóticos, un entorno familiar y social deteriorado, así como los desengaños amorosos y las orientaciones sexuales no asumidas son los principales desencadenantes de las conductas suicidas.

En el caso de las personas adultas la sensación de fracaso personas, laboral o familiar, así como los reproches sociales los sume en una desesperanza que crece con el tiempo. Además, la soledad, una red pobre de apoyo moral, así como las enfermedades crónicas, son los motivos principales para que estas personas planifiquen el acto.

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Por otro lado, los principales signos de alarma son los intentos previos de suicidio, antecedentes familiares, expresión verbal en niveles medios o explícitos de un sufrimiento que lo motiva a pensar en ello.

Entre los jóvenes el consumo abusivo de alcohol/drogas, depresiones por brotes psicóticos, un entorno familiar y social deteriorado, así como los desengaños amorosos y las orientaciones sexuales no asumidas son los principales desencadenantes de las conductas suicidas.

Cómo proteger a quien atenta contra su vida

Si bien todos a lo largo de nuestra vida pasamos por momentos de desesperanza y alguna vez hemos tenido algún pensamiento suicida, hemos tenido la capacidad de resistir y salir adelante. Esta fortaleza se relaciona con la nuestra personalidad, autoestima, disciplina y capacidad de control.

Nuestra educación, valores, así como nuestras redes de apoyo familiares, sociales y amorosas, son la clave para poder ayudar a quién más lo necesita.  Es necesario hablar con nuestros seres amados, apoyarnos en ellos para caminar de la mano hacia un mejor mañana.

Finalmente, un tratamiento médico, psicológico o psiquiátrico son necesarios si una persona está afectada por un trastorno y las redes de apoyo sociales no son suficientes.

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