Este padecimiento afecta a alrededor del 1.06% de personas en el grupo de edad de 65 a 69 años y la expectativa de vida es mayor en las mujeres. Sin embargo, la prevalencia e incidencia se da en los varones.
Jugar ajedrez, leer regularmente, hacer cuentas sin ayuda de calculadoras y utilizar el lado menos hábil del cuerpo son algunas de las actividades que se recomiendan para ejercitar la memoria, lo cual retrasa y reduce la severidad de los síntomas del Alzheimer.
Si bien no se puede prevenir la aparición del Alzheimer y sus consecuencias, es importante desarrollar habilidades físicas, emocionales y sociales para mejorar la calidad de vida, tanto del paciente como de quienes lo rodean.
El paciente y su familia deben acordar junto con el médico, la manera de encarar la nueva situación, tomando en cuenta la edad, el avance de la enfermedad, los tratamientos disponibles, las condiciones del paciente y su entorno.
Cuando una persona es diagnosticada con Alzheimer, se recomienda intentar disminuir los síntomas sin medicación para reducir los efectos secundarios en adultos mayores.
De acuerdo a información proporcionada por la Secretaría de Salud, existen algunas estrategias que pueden ayudar a mejorar la calidad de vida de las personas enfermas, así como reducir la carga de quienes las atienden:
- Mantener la salud del paciente en niveles óptimos, con actividades físicas livianas.
- Evaluar el confort y el bienestar del paciente, debido a que pierden la capacidad de transmitir que sienten dolor o explicar nuevos síntomas.
- Crear un ambiente propicio y tranquilo para que el paciente se sienta seguro.
- No sobre estimular al paciente con tareas complicadas, así como permitir su descanso luego de actividades intensas.
- Tomar medidas de seguridad, como cerrar puertas y ventanas, eliminar de su alcance objetos cortantes y peligrosos.
- Incentivar a amigos y familiares a que lo visiten con frecuencia o establecer rutinas para salir a pasear.
El Alzheimer es el tipo más común de demencia, que por lo general aparece en personas mayores de 65 años. A partir de esa edad y hasta los 90 la prevalencia se duplica cada 5 años.