La transición entre invierno y primavera, hace que la piel enfrente un cambio en sus necesidades debido a la variación en temperatura, humedad, la contaminación y exposición solar. Durante el invierno, la piel tiende a adaptarse a condiciones frías y secas, lo que provoca una disminución en la producción natural del manto hidrolípidico. Esto aumenta la sensación de sequedad y la aparición de irritaciones.
Durante la primavera la piel puede volverse más reactiva
En tanto, al iniciar la primavera, los niveles de humedad en el ambiente comienzan a subir. Lo anterior, combinado con temperaturas más cálidas y una mayor exposición al sol puede desencadenar una respuesta cutánea distinta. La piel puede volverse más reactiva y presentar enrojecimiento, sensibilidad y en algunos casos, brotes de acné debido a la producción excesiva de grasa.
“Durante el invierno, la barrera cutánea suele debilitarse debido a la reducción en la producción de lípidos esenciales. Esto conlleva una mayor pérdida de agua transepidérmica y una sensación de tensión en la piel. Este fenómeno puede provocar deshidratación o descamación en pieles sensibles. Con la transición a la primavera, el aumento en la humedad ambiental ayuda a mejorar la hidratación de la piel de manera natural, pero en algunos casos también puede generar hipersecreción sebácea. Ésta, en conjunto con la obstrucción folicular puede favorecer la aparición de brotes en personas propensas al acné o la dermatitis”, explicó el Dr. Armando González, gerente médico de Grupo Somar.
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Diversos factores pueden desencadenar reacciones inflamatorias
Además, factores como el estrés, la alimentación y la exposición al polen o agentes alérgenos propios de la temporada pueden desencadenar reacciones inflamatorias. Estas variaciones afectan especialmente a personas con piel sensible o con condiciones preexistentes como la rosácea y la dermatitis atópica. La combinación de estos elementos con el aumento de la radiación solar puede hacer que la piel reaccione de manera más intensa, provocando enrojecimiento, irritación y sensibilidad extrema.
En relación a esto el Dr. González reconoció que “es un error pensar que el protector solar solo es necesario en verano. Su aplicación debe ser constante durante todo el año para prevenir el envejecimiento prematuro y enfermedades como el cáncer de piel. Además, en primavera, con el aumento de la radiación ultravioleta, es recomendable optar por protectores solares con un factor de protección más alto y de amplio espectro.”
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Recomendaciones para cuidar la piel en la transición estacional
El Dr. González sugiere algunos ajustes en la rutina de cuidado de la piel para mantenerla saludable durante esta época de cambio:
- Hidratación ligera: Sustituir cremas espesas por fórmulas más ligeras con ingredientes como lípidos, ceramidas y ácidos grasos esenciales.
- Limpieza adecuada: Evitar jabones astringentes o agresivos y optar por dermolimpiadores suaves para equilibrar la piel.
- Evitar procedimientos exfoliaciones: La piel puede estar más sensible en este periodo, por lo que se recomienda moderar el uso de exfoliantes químicos o mecánicos.
- Atención a las alergias: Optar por productos hipoalergénicos puede ayudar a reducir la irritación.
- Protección solar: Aplicar protector solar de amplio espectro todos los días, incluso en interiores.
Finalmente, con estas recomendaciones, esperamos que puedas mantener una piel sana y protegida durante la transición de invierno a primavera. Recuerda que es esencial detectar las necesidades de la piel en cada temporada ya que es clave para mantener una piel sana a largo plazo.