Si te sientes triste y entre las 3:00 y 4:00 de la tarde tienes ganas de ir a la maquinita a comprar unas galletas, no creas que dicha conducta es desenfrenada o está fuera de los parámetros normales.
Un nuevo estudio llevado a cabo en el Instituto de Tecnología de Massachussetts explica la relación entre los estados de ánimo y el consumo de carbohidratos como galletas, pan dulce, helados o dulces.
Entre los hallazgos se encuentra que muchas personas sienten ganas de consumir carbohidratos sobre todo cuando han tenido un día difícil en el trabajo o fuertes discusiones con sus cónyuges o simplemente se sienten deprimidos o cansados.
“Ansiar carbohidratos, forma parte de la vida diaria de una persona” afirma la doctora Judith Wurtman, ex investigadora del Instituto de Tecnología de Massachusetts, que en junto con su esposo el profesor Richard J Wurtman han estudiado por años la relación entre el consumo de carbohidratos y los cambios de estados de ánimo como la depresión.
El estudio se basó en una publicación llevada a cabo desde 1989 en la Scientific American que sienta las bases para afirmar que las ganas de consumir estos productos: galletas, panes, étc., están relacionados con la disminución de la serotonina, hormona que influye en los cambios de los estados de ánimo y concentración.
Los investigadores observaron durante muchos años que muchas personas experimentan “la hora universal para consumir galletas entre las 15:00 y 17:00 horas todos los días, un ejemplo de ello es la tradición del té inglés, que ofrece además del té pequeños panecillos rellenos de mermelada, sándwiches y rebanadas de pepino, para cubrir esa necesidad, y afirman que los antojos por consumir carbohidratos parecen estar relacionados con la disminución de la actividad de la serotonina, siendo éste un fenómeno neuroquímico real.
Otros estudios resaltan la importancia de los hábitos adquiridos a edad temprana como mecanismos de compensación por actitudes no aceptadas por la sociedad, o por someterse a dietas con bajo contenido en carbohidratos, advierte la nutrióloga Evelyn Tribole, de Newport Beach, California los pacientes generalmente afirman que morirían por un pedazo de pan, pero no por un brócoli.