El pasado 28 de noviembre de 2018, 130 academias nacionales de ciencias y medicina se han reunido para convocar a los responsables de formulación de políticas a adoptar medidas inmediatas en relación con el cambio climático para mejorar la sostenibilidad de los sistemas alimentarios globales. En el exhaustivo informe «Opportunities for future research and innovation on food and nutrition security and agriculture: The InterAcademy Partnership’s global perspective» (Oportunidades para futuras investigaciones e innovaciones sobre seguridad alimentaria y nutricional y en agricultura: una perspectiva global de la Asociación Inter-Academias), los autores hacen un llamado a cambiar la forma habitual en que se están haciendo las cosas y urgen a los dirigentes a volver la mirada hacia la ciencia para impulsar la innovación e inspirar su política.
«Nuestros sistemas alimentarios nos están fallando. La semana que viene, en la COP24, necesitamos ver que los dirigentes tomen medidas definidas en relación con el cambio climático, más allá de simples declaraciones políticas. No solo está en juego el medio ambiente, sino también la salud, la nutrición, el comercio, el empleo y la economía. La agricultura y las decisiones de los consumidores son factores determinantes que provocan el desastroso cambio climático. Necesitamos una respuesta política sólida y ambiciosa para afrontar el impacto que la agricultura y las decisiones de los consumidores tienen sobre el clima, y los científicos tienen aquí un papel clave. Nuestro nuevo informe es una llamada de atención a los dirigentes«, afirmó el catedrático Joachim von Braun, copresidente del proyecto de alimentación y agricultura de la IAP, presidente de la Pontificia Academia de las Ciencias y director del Centro de Investigación para el Desarrollo (ZEF) de la Universidad de Bonn (Alemania).2018 ha puesto de relieve precisamente lo vulnerables que son los sistemas alimentarios a las condiciones meteorológicas extremas y a otros efectos del cambio climático ocasionado por el hombre. Además, solo la agricultura, la silvicultura y el cambio en el uso del suelo –sin incluir el transporte de alimentos y otros procesos de alto consumo energético– contribuyen en torno a un 20-25?% a las emisiones anuales globales. El último Informe Especial del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) dejó claro que hay que evitar a toda costa que la temperatura del planeta aumente en 2 °C. En 2018, la FAO indicó que la cifra absoluta de personas desnutridas entre 2016 y 2017 continúa aumentando , y que tampoco se están cumpliendo otros objetivos nutricionales. Los extremos climáticos y la variabilidad del clima amenazan con socavar y revertir logros previos. El afán por producir alimentos altos en calorías, está ocasionando problemas de salud, incluida la obesidad. El cambio climático está exacerbando la inseguridad y la desigualdad alimentaria y nutricional.
«No podemos continuar con el modelo económico y productivo actual (business as usual). Además del cambio climático, nuestros sistemas alimentarios actuales están afectando negativamente la salud de las personas en todo el mundo. Las dietas altas en calorías se han hecho más baratas, lo cual tiene implicaciones graves para la salud pública, la obesidad y la malnutrición. La ciencia es clave para abordar los ODS, en particular el hambre y la salud«, dijo el catedrático Volker ter Meulen M.D., copresidente del proyecto de alimentos y agricultura de la IAP y presidente de la IAP, La InterAcademy Partnership.
Hay una necesidad urgente de reforzar las políticas y los programas basados en evidencias científicas, así como de invertir en solucionar los retos más críticos de nuestros tiempos: mitigar el cambio climático mediante cambios en la producción y el consumo de alimentos, y garantizar que en todo el mundo las personas tengan acceso a una alimentación nutritiva, asequible y ambientalmente sostenible. Estos asuntos no solo son críticos para la salud y el ambiente, sino también para la economía global, el comercio y el empleo. Una agricultura climáticamente inteligente, incentivos para que los consumidores modifiquen su dieta, alimentos innovadores y tecnologías de punta , en conjunción con una ciencia social rigurosa, son elementos indispensables para abordar las causas principales de nuestro deficiente sistema alimentario mundial.
¿Qué tipo de cambios es necesario hacer?
Sistemas alimentarios climáticamente inteligentes
[C]L[/C]a Asociación Inter-Academias (InterAcademy Partnership) convoca a un cambio hacia sistemas agrícolas climáticamente inteligentes. Al mismo tiempo, no basta con limitar las emisiones de gases de efecto invernadero de la agricultura para solucionar el impacto de los sistemas alimentarios sobre el cambio climático.
Incentivos para que los consumidores modifiquen su dieta
[C]T[/C]iene que haber incentivos –basados en evidencias científicas– para que la gente mejore su dieta, tanto por razones de salud pública –incluidas la obesidad y la nutrición— como ambientales. Los formuladores de políticas necesitan entender cuáles son los promotores de la demanda y encontrar mecanismos para modificar el comportamiento de los consumidores, incluida la aceptación de dietas y alimentos innovadores. Los formuladores de políticas también deben ayudar a los consumidores a comprender y sopesar las implicaciones ambientales de sus decisiones alimentarias. También debe priorizarse la reducción de los desperdicios de alimentos: se trata de una oportunidad clave, con beneficios significativos para el clima y el ambiente.
Alimentos innovadores
[C]L[/C]os responsables políticos y otros dirigentes tienen que hacer esfuerzos significativos para influir comportamientos de los consumidores que generan emisiones de gases de efecto invernadero. Un cambio en el consumo de alimentos podría resultar beneficioso para la salud y el clima; por ejemplo, reducir el consumo de carne en algunas regiones como Europa, o aumentar las dietas y alimentos innovadores. Algunos ejemplos de alimentos innovadores incluyen combinados de carne y setas, carne de laboratorio, algas y alimentos atrayentes elaborados con insectos.
Colaboración entre las ciencias naturales y las ciencias sociales
[C]L[/C]a investigación debe traducirse en innovación aplicada, pero esto requerirá una mayor interconexión entre las distintas disciplinas y con las tecnologías de punta, educación científica, capacitación y divulgación. Las ciencias de la vida y la investigación básica deben cooperar mucho más estrechamente con la investigación de las ciencias sociales y de las políticas en alimentación, nutrición y agricultura.
Nuevo mecanismo internacional de asesoramiento científico
[C]L[/C]a IAP recomienda la creación de un grupo internacional de asesoramiento en asuntos de seguridad alimentaria, nutricional y en agricultura que incluya la participación de las academias y que sirva para reforzar los mecanismos de reglamentación internacional.
Las dimensiones del desafío
[C]D[/C]e acuerdo con la última evaluación de la ONU (FAO et al., 2017), el número de personas que padecen desnutrición crónica en el mundo aumentó de 777 millones en 2015 a 815 millones en 2016. Muchas más personas sufren déficit de micronutrientes y trastornos relacionados con el sobrepeso o la obesidad. La situación de la seguridad alimentaria se ha deteriorado, particularmente en algunas partes de África, el Sudeste asiático y Asia occidental, sobre todo en situaciones de conflicto y en combinación con sequías o inundaciones. Estas causas crecientes de inseguridad alimentaria relacionadas con los conflictos y el clima destacan la necesidad de incluir más ciencias sociales, de la salud y del clima en la agenda global de la investigación alimentaria, nutricional y agrícola para entender los problemas y las opciones para su resolución. La producción agrícola no puede crecer indefinidamente: es imprescindible impedir que se sigan agotando la biodiversidad y los servicios ecosistémicos. De acuerdo con el Banco Mundial, aproximadamente el 11% de las tierras del planeta se usan como suelo arable –es decir, para cultivos–, y el porcentaje es mayor, más de un tercio, para los terrenos utilizados con fines agrícolas (incluidos pastos y bosques de pastoreo).
El informe global fue revisado por pares independientes y respaldado por la InterAcademy Partnership (IAP). Este proyecto fue financiado por BMBF (German Federal Ministry of Education and Research)[.]
[referencias]