Un estudio se propuso determinar si el matrimonio se podía relacionar con la depresión de algunas personas. Por lo que con la participación de matrimonios por más de diez años, se realizaron diversas pruebas.
[/media-credit]Los participantes del estudio que reportaron mayor estrés marital tuvieron tiempos de respuestas más corta a las imágenes positivas que los que reportaron una mayor satisfacción en sus matrimonios.
El estudio de largo plazo, publicado en abril del 2014 en el Journal of Psychophysiology (Diario de Psicofisiología), muestra que las personas que experimentan un estrés marital crónico son menos capaces de disfrutar de las experiencias positivas, un sello distintivo de la depresión. También tienen más probabilidades de presentar otros síntomas depresivos.
Los resultados son importantes, dice el líder del estudio Richard Davidson, profesor de psicología y psiquiatría de la Universidad de Wisconsin-Madison William James and Vilas, ya que podrían ayudar a los investigadores a comprender lo que hace que algunas personas sean más vulnerables a los retos mentales y emocionales de la salud.
También podrían ayudar a los científicos a desarrollar herramientas para prevenirlos.
«No se trata de una consecuencia obvia, de la tensión marital, pero es algo uno que es extraordinariamente importante debido a la cascada de cambios que pueden estar asociados«, dice Davidson, fundador del Center for Investigating Healthy Minds (Centro para la Investigación de las Mentes Saludables) en el UW’s Waisman Center (Centro Waisman de la Universidad de Wisconsin). «Esta es la firma de un estilo emocional que revela la vulnerabilidad a la depresión«.
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Las personas casadas son, en general, más felices y más saludables que las personas solteras, según numerosos estudios. Pero el matrimonio también puede ser origen de un fuerte estrés social de largo plazo. No todo es dicha en el matrimonio.
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Los investigadores pensaron que el estrés marital crónica podría ser un buen modelo para otros factores de estrés cotidianos y comunes que pueden conducir a la depresión y condiciones similares.
«¿Cómo es que un factor de estrés penetra bajo la piel y cómo es que eso hace que algunos sean más vulnerables a las respuestas de mala adaptación?» dice Regina Lapate estudiante graduado de la UW-Madison y autora principal del artículo.
Para el estudio longitudinal – parte del estudio del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento de la mediana edad-financiado en los Estados Unidos (Midus) dirigido por Carol Ryff, director del Instituto sobre Envejecimiento en la Universidad de Wisconsin-Madison – los investigadores reclutaron participantes adultos casados para completar los cuestionarios en donde calificaron su estrés en una escala de seis puntos.
Los participantes fueron evaluados por depresión y se les aplicaron preguntas como son ¿con qué frecuencia se sentían defraudados por su pareja o con qué frecuencia sus cónyuges los criticó?.
Aproximadamente nueve años después, se repitieron los cuestionarios y las evaluaciones por depresión.
En el onceavo año, los participantes fueron invitados al laboratorio para someterse a pruebas de respuesta emocional, una forma de medir su capacidad de recuperación desde una perspectiva emocional, que refleja la rapidez con la que una persona puede recuperarse de una experiencia negativa.
A los participantes se les mostraron 90 imágenes, una mezcla de fotografías negativas, neutras y positivas, como una pareja de madre e hija sonriente. La actividad eléctrica del músculo corrugado, también conocido como el músculo con el ceño fruncido, se midió para evaluar la intensidad y duración de su respuesta.
Tal como el apodo lo indica, el músculo con el ceño fruncido se activa con mayor fuerza durante una respuesta negativa. En reposo, el músculo tiene un nivel basal de la tensión, pero durante una respuesta emocional positiva, el músculo se vuelve más relajado.
Medir que tan activo o se relajado se encontraba el músculo y cuánto tiempo se necesita para alcanzar el nivel basal de nuevo es una manera confiable para medir la respuesta emocional y se ha utilizado antes como una herramienta para evaluar la depresión.
«Es una buena forma llegar a saber lo que la gente está experimentando, sin preguntar a la gente por su respuesta emocional:» ¿Cómo se siente?’«, dice Lapate.
Estudios anteriores han demostrado que las personas deprimidas tienen una respuesta fugaz después de dispararse una emoción positiva. Davidson se interesaba no sólo en cuando el músculo se relaja o se tensa cuando una persona ve la imagen, sino también en el tiempo que tarda el musculo en relajarse.
«Si se mide un sólo punto del tiempo, usted está perdiendo información valiosa«, dice Lapate.
Los participantes del estudio que reportaron mayor estrés marital tuvieron tiempos de respuestas más cortos a las imágenes positivas al compararse cono quienes reportaron una mayor satisfacción en sus matrimonios. No hubo diferencia significativa en el tiempo en respuestas negativas.
Ahora, Davidson está interesado en cómo ayudar a las personas a cambiar esta capacidad debilitada para disfrutar de experiencias positivas, a fin de que sean más resistentes al estrés.
«Parafraseando una popular calcomanía en las defensas de los automóviles: ‘El estrés pasa’«, dice Davidson explicando que no existe una vida completamente libre de las adversidades cotidianas.
Mediante la comprensión de los mecanismos que hacen a las personas más propensas a la depresión y otros trastornos emocionales, Davidson tiene la esperanza de encontrar herramientas – tales como la meditación – que permitan evitar que sucedan.
Se pregunta «¿Cómo podemos usar intervenciones sencillas para realmente cambiar esta respuesta?» y agrega «¿Qué podemos hacer para aprender a cultivar un estilo emocional más resistente?«.
